Pueden ser unos días únicos o una auténtica pesadilla. Para evitarlo, hay que resolver antes los conflictos pendientes.<b> Los conflictos viajan en la maleta </b>Las vacaciones pueden resultar relajantes y enriquecedoras, pero también una tortura. En todo caso, las necesitamos para descansar y romper con la rutina. Este objetivo se cumplirá si las relaciones familiares no son demasiado conflictivas. Cuando esto ocurre, puede que volvamos más cansados de lo que nos fuimos, porque la familia agota, los hijos fatigan…Quizá, para rematar el panorama, hemos dejado de comunicarnos con nuestra pareja y añoramos el trabajo como una isla de paz. Si las relaciones familiares no andan bien, los conflictos también viajan con nosotras. Al estar más tiempo juntos, salen a la luz.RESCATAR LO BUENOLas vacaciones son necesarias no sólo para cuidarnos y renovarnos individualmente, sino para mejorar las relaciones con nuestros seres queridos, para acercarnos más a nuestros hijos, para escucharles y dedicarles el tiempo que nos falta durante la vida cotidiana.También son necesarias para recuperar la comunicación con nuestra pareja y rescatar todo lo bueno que compartimos, lo que contribuirá a aliviar las tensiones escondidas.Si veraneamos con nuestros padres, este tiempo de descanso constituye una excelente oportunidad para charlar con nuestras madres y encontrar en su compañía la reconfortante complicidad que a veces se produce entre mujeres.Todo esto es aplicable, en fin, a los padres, a la familia política, a los parientes que vemos poco a lo largo del año y que, a veces, coinciden con nosotros en el lugar de veraneo.Para que todo esto sea posible, conviene planificar las vacaciones teniendo en cuenta los rasgos de nuestra familia: no es bueno negar los conflictos, sino reconocerlos para intentar aliviarlos.¿Cómo se puede llevar a cabo este plan? Facilita mucho las cosas que la pareja funcione como un equipo cuyos integrantes se apoyan mutuamente, respetando los gustos y las características del otro.<b> Elegir buena compañía </b>Para que las vacaciones en familia se conviertan en una experiencia gratificante, hay que tener en cuenta lo que nos molesta e intentar resolverlo, alejarnos de aquellas personas con las que no nos encontramos a gusto, aunque sean de la familia, y estar con aquéllas que nos hacen sentirnos bien.Dentro de nuestra propia familia tenemos que sentirnos con derecho a elegir a quien nos gusta y alejarnos de los que nos producen malestar.<b> Claves para disfrutar del ocio </b>Si pasamos las vacaciones con la familia, conviene tener en cuenta algunos aspectos para prevenir las dificultades de la convivencia. Por ejemplo:- Destino. El lugar elegido tiene que haber sido aceptado por todos. Tener demasiadas expectativas sobre el sitio, sin conocerlo, es peligroso, ya que puede decepcionarnos.
– Intimidad. Aunque se vaya en grupo, el espacio personal de cada uno tiene que ser respetado.
– Respeto. Hay que tener en cuenta los gustos de cada persona y ser conscientes de que a veces no todos pueden hacer lo mismo. Es recomendable respetar las diferencias y no obligar a nadie a hacer lo que no quiere.
– Descanso. Tienen que servirnos para desintoxicarnos del estrés, por eso hay que cuidar nuestros gustos.