Los viajes a Bayona para visitar los almacenes ?Las Damas de Francia? y comprar vajillas duralex no quedan tan lejanos. Fueron un ritual para las amas de casa vascas, que una vez al año cruzaban el Bidasoa e invadían las capitales vascofrancesas, donde también buscaban quesos, chocolates, foie, caviar… productos que en la España de la época era inexistentes o excesivamente caros. Aquella fiebre pasó a mejor vida, pero cualquier excusa es buena para visitar Bayona, San Juan de Luz y Biarritz. Para pasear por sus calles empedradas, comparar precios y enriquecer nuestras despensas con caprichos para el paladar en unas fechas, las navideñas, propensas a los excesos en la mesa.Cualquiera de estos productos puede encontrarlos en su supermercado, pero en Francia, además de calidad, hay mayor variedad en la trilogía del gourmet: ostras, champán y foie. En lo que respecta al preciado molusco, tanto en el mercado Les Halles de Bayona como en el Carrefour y el Casino de Anglés, la variedad estrella se llama Marennes d?Oléron. Tiene un sabor a mar ?a ?verdín?, dicen los expertos? más acentuado. Y qué decir del foie en una región que goza de merecida fama por el cuidadoso cebado (?gobage?) de patos (?canard?) y ocas (?oie?): recuerde que el fresco es más económico, pero aguanta menos tiempo en el congelador.Las burbujas las pone el champán. Los precios son muy similares ?quizás un poco más bajos que en España?, pero hay cientos de marcas y se valora la añada (?millésime?), muy importante para los degustadores galos. Y aunque ahorrar, ahorrar, no ahorremos mu coartada excelente para pasar el día al otro lado del Bidasoa. Porque Bayona no termina en sus comercios, ni en sus chocolaterías (obligatorio visitar Cazenave o Casa Danaratz, en Rue de Port Neuf). Amurallada y presidida por su imponente catedral, nos espera en la confluencia de los ríos Nive y Adour (viajes fluviales todos los días, previa cita en el T33055947717) y ofrece recorridos románticos como el que cruza el parque de Paulmy y entra en la fortaleza. El Château-Neuf, ahora sede de la gendarmería, queda a la izquierda. Subimos hacia la catedral gótica de Santa María (siglo XIII).Al otro lado del río, donde se cierran las callejuelas de la Petite Bayonne, se pueden visitar los museos Bonnat y Vasco, restaurado en 2001. El trinquete de la rue Pannecau se esconde en un callejón. Hay que cruzar el Adour y entrar en el barrio de Saint-Esprit, que agrupó a la comunidad judía. Para rematar la jornada de refinamiento, puede comprarse una makila tallada en nogal en Leoncini (T3305591820) y volver a casa hecho todo un señor.La plaza de George Clemenceau es el corazón de Biarritz. Ocupa una explanada sobre la Grande Plage (Gran Playa), la más importante de esta capital turística, muy cerca del Casino. Poco queda de la plaza romántica donde se paseaban Eugenia de Montijo y la nobleza rusa de antes de la Revolución. Para tomar un café con leche con croissant, un vaso de vino o el "apéro", resulta ideal el bar Queen, lugar de citade bancarios, dependientas de las galerías Lafayett ey comerciantes de los alrededores.