Ves a María Barranco, actriz, en Mujeres al borde de un ataque de nervios, de Pedro Almodóvar, y ya no te olvidas de ella -qué risa- nunca; la ves en El efecto mariposa, de Fernando Colomo, y vas y te enamoras. Ahora, María Barranco ha dado el salto a los escenarios con Móvil, de Sergi Belbel, a las órdenes de Miguel Narros.-Buenas, fíjese que llevo una mala mañana y me he dicho: ¿Qué bien, un ratito de charla con María Barranco será como un bálsamo! No sé qué pensará usted de esto.-Que me gusta mucho lo que me dices, ¿tómate lo que quieras que invito yo!-No sé si estará ya harta de que la gente espere de usted que les alegre un poco la vida?-¿Qué responsabilidad! La verdad es que es agradable que la gente tenga esa idea de ti. Al principio me llamaban mucho la atención las reacciones que la gente tenía conmigo. Por ejemplo, si volaba en un avión y le pedía una Coca-Cola a la azafata, la señora de al lado exclamaba: ¿Qué graciosa es, pero qué graciosa que es! Ya ves.-¿Le molesta que la gente se acerque a usted para comentarle cosas o simplemente para felicitarla por algún trabajo?-No, siempre que la gente sea respetuosa. He pasado unos días acompañando a mi padre en el hospital y, claro, no estaba yo para mucha fiesta. La gente se acercaba y me saludaba, pero muy cariñosamente. Allí todos estábamos pasando por situaciones parecidas y nos dábamos ánimos unos a otros; y eso se agradece. Además, ¿yo no estoy todo el día en la calle!-¿Es muy casera?-Sí, aunque tengo que decir que a lo mejor es porque como no estoy nunca en mi casa… vamos, que no la piso.-¿Realmente es usted tan tierna como parece?-Soy cariñosa, es cierto, pero también tengo mi carácter. Lo que intento en la vida es tomarme las cosas con buen humor, dándole la importancia que tienen y no más. Yo no quiero llevar una vida estresante, ni encontrarme una y otra vez con que cualquier cosa me desborda.-¿La clave está en empezar por reírse de uno mismo?-Así es. Yo me parto de la risa de mí misma; y, luego, lo que caiga?-¿A qué ha decidido no dedicarle ni un minuto de su tiempo?-Intento que me resbalen las cosas que son ilógicas. Y procuro no hacerle ni caso a la gente que hace o dice algo con la intención de herirte.-¿Por ejemplo?-Si me hacen una mala crítica, de esas que se nota claramente que van a por ti, a hacer daño más allá de valorar tu trabajo, me digo: No se merece quien la ha escrito que le dediques ni un segundo.-¿Le molesta no gustar?-¿No! Sé que no le puedo gustar a todo el mundo, pero considero inútil y poco razonable esa manía de hacerle daño a la gente, de menospreciar, de insultar, de meter el dedo en el ojo. Sinceramente, creo que hay cosas más importantes de las que preocuparse que de estar pendiente de los comentarios que hacen sobre ti. Intento que me resbalen las tonterías.-¿Qué cuida con esmero?-A la familia y los amigos. Los cuido como oro en paño porque es el mayor tesoro que tengo.-¿Cómo se maneja en los períodos de soledad?-Mal. Yo tengo siempre abiertas las puertas de mi casa. No me gusta estar sola; cuanta más gente, mejor; cuanta más bulla, mejor. Me siento muy rara cuando estoy sola, no me canso de la gente. Lo que sucede es que a veces, por el trabajo, necesito estarlo.-Para preparar su personaje en Móvil, por ejemplo.-Claro, porque yo me distraigo muchísimo y muy fácilmente. Para hacer Móvil he tenido que concentrarme mucho porque ha sido un trabajo duro.-¿Por qué decidió subirse al escenario con Móvil?-Me ilusionó mucho poder trabajar con Miguel Narros, ¿qué honor! También me interesó el texto de Sergi Belbel, entre otras cosas porque es cierto eso de que cada vez hay menos papeles para actrices. Y me gustó la historia que cuenta.-Según la cual todos somos esclavos del móvil.-¿Qué locura! Ahora nos parece imposible que se pueda vivir sin móvil, cuando hace sólo unos años ni existía. Es una pena que tengamos tanta dependencia de objetos que son absurdos. Resulta que el móvil, que en teoría sirve para comunicarte, en realidad te incomunica.-A usted no le gusta nada, ya veo.