La ropa descolocada, el baño sin recoger… A veces cosas sin importancia minan la convivencia. Eliminar lo que no nos gusta es esencial para mantener una pareja."¿DE VERDAD LE SIGO QUERIENDO?""Ya no le quiero", pensó Dolores intentando comprender lo que sentía o, mejor dicho, lo que ya no sentía por su marido. Llevaban 10 años juntos, pero su relación estaba muerta. Lo sabía porque le era completamente indiferente lo que él hiciera.Antes se ponía furiosa cuando se olvidaba de su aniversario, cuando no colaboraba en las tareas domésticas o cuando lo veía pasar horas frente al televisor, yendo de un canal a otro sin quedarse en ninguno. Ahora le empezaba a dar lo mismo.En realidad estaba deseando que se fuera de casa y la dejara sola. Desde hace algún tiempo, Dolores no hace más que fantasear sobre la posibilidad de llevar otra vida. Casi añoraba la irritación que le producía que se dejara todos los frascos abiertos, que no limpiara el lavabo después de usarlo, que dejara tazas de café por todas partes.Aquellos enfados revelaban que, por lo menos, había un rastro de afecto. Ahora no había nada, excepto resignación y cansancio. Es cierto que se casó tan enamorada que creyó que su amor no corría ningún peligro, pero él la había decepcionado.AMOR Y ENAMORAMIENTOEl enamoramiento tiende a idealizar a la persona amada, cuya imagen moldeamos hasta que se adapta a nuestras necesidades afectivas. En realidad, es como si le colocáramos un traje cuyos pliegues guardan más relación con nuestras carencias emocionales que con las verdaderas posibilidades de aquél de quien nos enamoramos.Si en la vida real, el amado no se acerca mínimamente a esa imagen primera, la decepción está servida. Los pequeños detalles de la vida diaria construyen el auténtico amor, que va mucho más allá del enamoramiento con el que comienza una historia sentimental.TRABAJAR POR UNA RELACIÓNNo tener en cuenta al otro, no repartir los trabajos comunes y no respetar su espacio personal, son algunas de las actitudes que acaban con el amor. El error más común consiste en creer que el amor viene dado y que no hay que hacer nada para mantenerlo.Lejos de eso, el amor es una construcción que hay que alimentar y que se va modificando a lo largo de la vida, por lo que es preciso llevar a cabo ajustes cada cierto tiempo.Si no se hace de tanto en tanto una negociación, los detalles que no nos gustan se convertirán en una montaña difícil de escalar. No se ama igual al principio de una relación que después de diez años. A lo largo de una unión cada protagonista cambia física y mentalmente, y atraviesa por experiencias que le renuevan y le modifican.El psicoanalista J.D. Nasio afirma que para que una relación sea duradera y satisfactoria es necesario que se dé lo que él llama una "alternancia de roles": cuando un hombre se siente como un niño, debe poder mirar a su compañera como a una madre sin sentirse inferior por ello. De manera recíproca, la mujer debe poder apoyarse en su compañero cuando se siente como una niña sin por ello sentir vergüenza.¿QUÉ PUEDES HACER TÚ POR TU PAREJA?Si tu relación agoniza, conviene:- Romper el silencio. Hablar es la mejor forma de cambiar.- No ataques a tu cónyuge. El deterioro se debe a un entramado levantado por ambos. Atacar al otro dificulta reflexionar sobre lo que ocurre.- Negocia. Tenéis que poneros en el lugar del otro. Si uno ha tenido una evolución que el otro no acepta, sólo se le puede dar tiempo para asumirlo; no tiene sentido que se detenga el desarrollo personal.- Haced balance de lo que habéis conseguido juntos y por separado.