Las mujeres exigen opciones más respetuosas con su cuerpo."He escuchado las malas experiencias de muchas mujeres en sus partos y tengo claro que, lo que está pasando, no es normal. Por eso, cuando me quedé embarazada me entrevisté con un comadrón para dar a luz en casa", relata Azuzena, una murciana de 36 años, que finalmente optó por parir en la clínica Acuario de Alicante.Por 1.800 euros disfrutó de la experiencia de parto que deseaba, con todo el tiempo por delante, acompañada de su pareja, su hermana y una matrona, sin goteros, rasurado, enema, episiotomía… "Lo recuerdo como algo maravilloso, y claro que duele, pero es como correr un maratón, cansa: pero lo haces por gusto y, cuando llegas a la meta, la sensación es lo mejor del mundo", asegura.Miedo al hospitalComo Azucena cada vez más mujeres exigen otra forma de traer a sus hijos al mundo y son capaces, incluso, de pagar los 2.500 euros que cuesta que una matrona asista un parto en casa."Las hay que, después de dar a luz en un hospital, acaban pariendo a su segundo bebé en casa, porque no tienen la garantía de que en el segundo no le van a realizar intervenciones médicas innecesarias", explica Isabel Fernández del Castillo, autora de "La revolución del nacimiento" (Ed. Granica).Estas nuevas madres reclaman una atención en los paritorios más acorde con la fisiología del parto, un proceso que en el 90 por ciento de los casos se desarrolla de forma normal y que, teóricamente, no necesitaría ningún tipo de intervención. La Organización Mundial de la Salud (OMS), la legislación española a través de la Ley Básica Reguladora de la Autonomía del Paciente, organizaciones como "El parto es nuestro" y los estudios científicos las respaldan.LA REALIDADEn la mayoría de los hospitales españoles, prácticas como el rasurado, el enema, la monitorización constante, la perfusión de oxitocina… forman parte del Abc de los paritorios.Incluso cuando algunas de estas intervenciones atentan directamente contra la salud de la mujer. Es el caso, por ejemplo, de la episiotomía. Esta práctica, que consiste en hacer una incisión con el fin de aumentar la abertura vaginal y prevenir desgarros, ha sido cuestionada por la literatura científica, que advierte que no sólo no sirve para prevenir los temidos desgarros, sino que, de hecho, resulta peor que cualquier lesión natural.Para la OMS, la episiotomía es necesaria sólo en el 20 por ciento de los partos. En países como Holanda, esta cifra no llega al 8 por ciento. Pero en España, el 90 por ciento de las mujeres que dan a luz por primera vez la sufren.No es el único ejemplo en el que las cifras delatan un número de intervenciones abusivo. El índice de cesáreas español ha despertado las alarmas de la OMS y del propio Ministerio de Sanidad. El porcentaje de estas intervenciones en los hospitales privados es de un 35,26 por ciento, frente al 21,57 por ciento de los centros públicos. Ambas cifras están por encima del aconsejado por la OMS: el 15 por ciento."Tenemos que tener en cuenta que ahora las mujeres van al paritorio más mayores, que ellas mismas ejercen presión porque no quieren sufrir, que los especialistas se enfrentan a problemas legales tales como demandas, que se les enseña a través de una serie de protocolos… Todos estos factores influyen en el número de cesáreas que se practican", afirma la ginecóloga Carmen Menéndez, del Instituto Palacios en Madrid.Luchando contra ese cúmulo de factores se encuentran profesionales como Blanca Navarro, matrona y coordinadora del proyecto de parto normal de la Asociación de Matronas Andaluzas, que reclama para las españolas un modelo más europeo en la forma de dar a la luz.¿NORMAL O PATOLÓGICO?"El parto natural no es una moda, es la forma de parir que tenemos los humanos. En obstetricia preferimos hablar de parto normal en vez de natural. El parto normal es aquel que evoluciona de forma espontánea y en el que no habría que hacer nada. Y eso no es irte a parir en medio del bosque. Se trata de respetar la fisiología del parto y saber que hay partos que podrán ser normales y, otros que no, pero que los sanitarios deberíamos estar para ofrecerle a la mujer el menor número de intervenciones necesarias, siempre y cuando sea eso lo que ella desea", explica la matrona Blanca Navarro.La ginecóloga Carmen Menéndez está de acuerdo con esta concepción: "Debemos lograr un parto más humano dentro de un contexto científico de máxima seguridad. Impulsar la humanización de este acontecimiento en el que la mujer y el bebé son los verdaderos protagonistas y que gozen de una mayor intimidad y apoyo".Esta evolución ya se ha vivido en otros países como Reino Unido, que hace 20 años tenía un modelo parecido al español. Hoy, sin embargo, piensa en formar, para el 2008, 10.000 nuevas matronas, con lo que tendrían 50.000.CAMBIO DE ACTITUDLos ingleses han comprobado que los alumbramientos normales atendidos por matronas formadas en una dinámica respetuosa con la fisiología del parto, aunque tengan lugar en el domicilio de la parturienta, no sólo generan mayores niveles de satisfacción en las madres sino que, además, abaratan los costes hasta en un 30 por ciento."El problema de la asistencia en España es que todo se hace por si acaso. Aquí un parto no es normal hasta que no se demuestre lo contrario, cuando debería ser al revés", dice la matrona Blanca Navarro.Un cambio de esta magnitud conlleva acabar con ciertas actitudes. "Los procedimientos no pueden cambiar si antes no lo hacen las creencias que los sustentan. Si seguimos pensando que dar a luz es un acto médico, cuyo protagonista es el profesional, y que la madre tiene la obligación de sufrir pasivamente las rutinas hospitalarias, las técnicas y los procedimientos no podrán cambiar. Hay que desaprender y volver a recolocar muchas cosas, y eso requiere un trabajo personal, tanto de los profesionales como de las mujeres", explica Isabel del Castillo.Las futuras madres deben responsabilizarse de su parto y recordar que los médicos son consejeros, pero que las decisiones las deben tomar ellas y sus parejas. Y a los profesionales les queda volver a confiar en el cuerpo femenino. Es una lección de paciencia y humanidad, pero el objetivo merece la pena: partos respetados, madres satisfechas y bebés sanos."Lo ideal es que no se trate de escoger y decir: o parto totalmente medicalizado o parto natural. Con el tiempo, entre una cosa y otra, habrá una línea que se pueda mover. Una embarazada podría decidir tener un parto natural pero con intervenciones como la epidural. La mujer debería tener derecho a vivir el parto que ella quisiera", dice Blanca Navarro.