Los dermatólogos no se cansan de advertirlo: el 80% de los efectos nocivos del sol los recibimos antes de los 18 años. Y como son acumulativos y la piel tiene memoria, antes o después los excesos de la juventud nos pasan factura. Aunque poco podemos hacer frente al cronoenvejecimiento ?que viene determinado genéticamente y que con el tiempo acaba manifestándose en forma de flaccidez, pérdida de luminosidad y arrugas profundas?, sí podemos retrasar y prevenir el fotoenvejecimiento que, en gran medida, es fruto de nuestras irresponsabilidades. Si unimos los baños de sol sin protección al tabaco, el alcohol, el estrés, el sedentarismo, una alimentación desequilibrada y agentes externos comos los cambios de temperatura y la polución, el resultado es un cóctel explosivo para nuestra piel.Por el contrario, si el nivel de hidratación de la piel es correcto antes, durante y después de la exposición al sol, y además nos aplicamos la protección adecuada a nuestro tipo de piel, podremos combatir el daño solar a la vez que obtenemos un bronceado mejor, duradero y, lo más importante, sin consecuencias. Como afirma la dermatóloga María Calvo de la Clínica Biolaser La Moraleja (Madrid), "proteger e hidratar la piel es la mejor manera de evitar el fotoenvejecimiento, el principal factor de riesgo para su envejecimiento prematuro".A los 20 añosA esta edad la piel está en su mejor momento: las células están repletas de colágeno y elastina, así que la epidermis se muestra firme y elástica. La revolución hormonal de la adolescencia ha quedado atrás y las glándulas sebáceas, que suministran humedad y grasa a la piel, están en su pico máximo de producción.Hidratación. El agua es fundamental para la piel a cualquier edad. Por eso hay que comenzar a utilizar a diario una hidratante a partir de los 15 o 16 años. También hay que beber todos los días dos litros de líquido, para asegurar su difusión desde las capas interiores hasta la superficie. élulas.Protección solar. Si en tu adolescencia no has castigado tu piel con sesiones maratonianas de sol, estás de enhorabuena porque es el principal responsable del envejecimiento prematuro y sus efectos son acumulativos. Como ya sabemos que no tienes paciencia para masajearte la piel y que penetre bien el producto, te recomendamos Active Fresh Cooling Spray de Piz Buin, que refesca de inmediato y se absorbe en cuestión de segundos.A los 30añosCumplida la treintena, la reparación celular y las defensas de la piel comienzan a debilitarse. Aparecen las primeras arrugas de expresión y la piel empieza a acusar cierta sequedad y a perder su luminosidad natural. ¿Recuerdas que la piel tiene memoria? Pues esas manchas pueden ser fruto de alguna quemadura solar que sufriste en tu infancia. La dra. María Calvo reconoce que "sin la protección adecuada, la combinación de estrógenos y sol es campo abonado para la aparición de lentigos solares".Hidratación. Es imprescindible que utilices productos de hidratación cargados de antioxidantes y que contengan vitaminas, como la C y la E, que protejan tu piel de las agresiones externas y estimulen la luminosidad, así como activos antiedad.Tampoco dudes en elevar el factor de protección en zonas más sensibles como los labios o la nariz, y no te olvides de las orejas.A los 40 añosTu piel ya no miente: refleja los cuidados que le has prestado o el maltrato a que la has sometido. Porque a los 40, las arrugas ya empiezan a ser evidentes, se produce el declive paulatino de la luminosidad y el cuello comienza a detectar los primeros síntomas de flacidez.Hidratación Si no has castigado tu piel con excesos solares, seguro que estás estupenda. Pero utiliza una hidratante enriquecida que palie la progresiva sequedad que experimenta tu piel, provocada, sin duda, por los cambios hormonales. Busca ingredientes reparadores y reafirmantes y no te olvides de ampliar la hidratación del rostro al cuello, el eterno olvidado.Protección solar. En tu caso, la protección solar debe ser diaria. Apuesta por los solares ansiedad que no sólo protegen tu piel, sino que además la tratan de acuerdo con las carencias y necesidades que reclama.