A una hora en coche desde Barcelona, esconde, tras las fachadas de sus casas multicolores asomadas al río Onyar, un laberinto de calles medievales cuajado de iglesias, palacios y suntuosos baños públicos. También es una ciudad de tiendas de diseño, cafés con encanto y restaurantes, en los que puedes descubrir una Cataluña secreta.Desde el Pont de Sant Feliú disfrutarás de la mejor vista de la fachada fluvial de la ciudad, enmarcada por las torres de la Catedral y de la Iglesia de Sant Feliú. Busca desde allí el camino a los baños árabes, dónde no puedes dejar de subir a los tejados, para seguir hasta el Museo Arqueológico en la iglesia románica de Sant Pere de Galligants. Después, descubre en el interior de la Catedral el espacio gótico abovedado más grande del mundo y termina tu periplo en un café de la calle Força, en el Call, el corazón del antiguo barrio judío. Más tarde, debes hacer el camino de ronda de las antiguas murallas carolingias que cierran el centro histórico por la zona este.Un paseo por el valle de Sant Daniel
Siguiendo la calle Sant Daniel, a espaldas de la iglesia de Sant Pere de Galligant, se accede a un pequeño paraíso escondido entre fuentes y huertos, que desemboca en el monasterio románico dedicado a este santo. Un lugar perfecto para escapar del calor.Alrededor de la rambla de la Llibertad, muy cerca del río Onyar, el ambiente relajado pide hacer una pausa en alguna de sus terrazas. Se abre un conjunto de callejuelas, como Mercaders, llenas de tiendas, donde el diseño más contemporáneo no está reñido con la tradición ancestral. No hay que perderse el conjunto arquitectónico porticado de Voltes d?en Roses, donde se esconde el alma de Girona.Además, esta ciudad es una gran capital gastronómica. Tiene restaurantes de varias estrellas Michelín, como el Celler de Can Roca o la Albereda, pero el mayor conjunto de locales con buena relación calidad precio se encuentra en la plaça de la Independencia. Para tomarse una copa: Lola Café (Carreras Peralta, 7), en pleno casco antiguo, y Platea (Real de Fontclara, 4), en un antiguo teatro cerca del río.Si quieres ver el mar, lo más fácil es acercarse en autobús al puerto de Sant Feliz de Guixols, donde se conserva un ambiente tradicional, o ir hasta Cadaqués, siguiendo la ruta Dalí a través de Figueres, y terminar en Port Lligat.
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