Colocar un espejo en el salón, sobre todo, si éste no es demasiado grande, contribuirá a crear sensación de amplitud. Su presencia multiplica la sensación de espacio y suele ser el recurso perfecto para engañar a nuestro ojo, haciéndole pensar que la habitación es mucho más grande. En el salón, este complemento, meramente decorativo, puede ayudarnos a dar profundidad y además, suelen ser más económicos que los cuadro.Si se escoge un modelo con forma rectangular y se coloca sobre un sofá, proporcionara una perspectiva mucho más amplia del mismo, gracias a los objetos que se ven reflejados en la luna. Por eso no tiene sentido alguno colocar un espejo frente a una pared sin apenas decorar, ya que daría la impresión de vacío y frialdad.Si es de gran tamaño y con un marco grueso de madera o metal, puede conseguirse que forme parte de una composición de cuadros, o usar varios pequeños situados de forma simétrica para adornar por sí mismos una pared.Por otra parte, si se colocan frente a una ventana, contagiarán una relajante sensación de espacio abierto. Además, al igual que el cristal, aligeran salones muy recargados o con muebles oscuros. Un espejo en la pared del comedor, logrará que el ambiente resulte más elegante.