Para los colectivos integrados en la Campaña contra el Trabajo Infantil, un niño trabajador no es sólo el que recibe un salario a cambio de su esfuerzo. También lo es el que vive de mendigar, de vender o de comer lo que rescata de las basuras, de limpiar zapatos en cualquier esquina o de pasar un mocho infecto por el suelo de los urinarios de las estaciones de tren a la espera de una propina. También los que recorren los andenes cargados con cajas donde venden comida, cigarrillos, refrescos…El Gobierno indio reconoce en sus censos que hay 11,7 millones de niños trabajadores en la nación. Pero, según las ONG, esa cifra ascendería a 100 millones, tantos como obreros indios en paro. En la India viven 1.080 millones de personas. De hecho, la India es el país del mundo donde trabaja un mayor número de menores."Cada menor que no va a la escuela es un trabajador", alertan desde la Fundación Intervida. Niñas que se ocupan de las tareas domésticas, que limpian, cocinan y recorren enormes distancias cargadas con cántaros de agua o hatos de leña mientras sus padres trabajan. Otras, casadas pese a ser menores de edad, que atienden a la casa y a sus pequeños.En el Tercer Mundo los niños recogen té, siembran arroz, pican piedra para hacer la grava de las carreteras, cuidan los rebaños, sirven… Y están también los "niños esclavos", empleados en astilleros, en talleres y fábricas.Su jornada laboral es de unas doce horas diarias. A cambio, la mitad recibe sólo comida. "Todos están en manos de jefes adultos que en algunos casos se convierten en sus "propietarios"", alertan desde Provida.Las 6.000 organizaciones que trabajan en esta campaña responsabilizan de esta situación al analfabetismo, a la permisividad de la sociedad, a la pobreza y a la falta de oportunidades para que los adultos obtengan ingresos suficientes con que sostener a sus familias, apuntan.