La llegada de la primavera hace que florezca la vida y nuestra libido parece querer salir más que nunca al encuentro con los otros. Si mantenemos en nuestro psiquismo frustraciones dolorosas, la llegada del calor puede empeorar el estado de ánimo, pues se hacen más patentes, por contraste, las dificultades que tenemos para disfrutar de la vida. En tales casos, el deseo de vivir choca con el cansancio por hacerlo.Ahora bien, si la primavera puede desencadenar estados depresivos, son los acontecimientos psíquicos los que los provocan. Se trata de un periodo del año remite a algún tipo de excitación y nos señala un cierto descontrol que nuestro pobre yo no siempre tiene fuerzas para dominar, pues depende de las corrientes emotivas que habitan en nuestro inconsciente, de todo aquello que nos hace sentir vulnerables.Además, si no estamos satisfechas con lo que tenemos y pensamos que hay que hacer un esfuerzo muy grande para conseguirlo, puede aparecer la desgana y el cansancio. Esto es lo que se denomina astenia primaveral. En tales casos, la persona no se ha podido desprender de lo que no la sirve ya, de un pasado que la abruma y de una imagen de sí misma con la que no se encuentra a gusto. Siente que pierde fuerzas y no tiene ganas de enfrentarse a lo cotidiano.