Ciudad del Cabo nació en 1652 como puerto de paso en el extremo sur de África para los barcos de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales. Es una ciudad alegre, de clima benigno, con una luz radiante que se matiza en torno a ?Table Mountain?, montaña tutelar de la urbe a cuya cima se puede subir en funicular. Desde aquí se disfruta de una visión panorámica de los muchos atractivos de la ciudad: sus playas redondeadas de blanca arena, las suaves colinas envueltas en una niebla perpetua que se funde con el paisaje, la isla Robben de infausta memoria y el estadio recientemente construido en el que se disputará la semifinal de la copa mundial de fútbol de 2010.Ciudad del Cabo presenta un aspecto amable, donde aún queda mucho por hacer para consolidar la convivencia y la igualdad, pero donde también es posible albergar la esperanza de que Suráfrica aprenda a superar ese penoso pasado en el que un 12 por ciento de la población explotó y humilló al 88 por ciento restante.El aire está impregnado del olor del ?fynbos? (arbusto magnífico, en lengua afrikáner) que puebla los jardines y los campos de tierra roja de Suráfrica. Es un aroma muy especial, quizás sea la más inefable seña de identidad del país. Además, pinos de tipo mediterráneo bordean la ciudad y abundan los puestos de flores entre las que abundan las ?proteas?, flor nacional que adorna las calles de Ciudad del Cabo.