Hondarribia es una ciudad con encanto, que merece la pena su visita, sobretodo por su paisaje, su gente y sus vistas. Se encuentra en una zona privilegiada que se complementa con su fácil acceso y su condición de frontera natural con Francia.La ciudad fue durante la Edad Media un puerto comercial desde donde se embarcaban numerosos productos, así como trigo, vino, metales con destino a Flandes y otros puertos de Europa.Su tradición marinera se remonta a la época medieval. La Cofradía de Mareantes de San Pedro, fundada hace más de 600 años, ha dejado un gran legado de la documentación de la actividad pesquera a lo largo de todos estos siglos. Destaca por su espectacularidad la pesca de la Ballena Franca, que antaño se acercaba a sus costas en otoño, durante sus viajes migratorios.Uno de los paseos más agradables que se pueden realizar por Hondarribia es el que recorre la falda Sur del Monte Jaizkibel, la que mira hacia el Estuario del Bidasoa. El camino que debemos tomar para iniciar el recorrido está junto al aparcamiento de la iglesia el cual nos ofrece unas bonitas vistas de la ciudad.En los taludes de algunos de los caminos que cruzan Jaizkibel podemos ver las plantas carnívoras que habitan en esta región. Si el paseo es en otoño, cuando apenas hay flores, encontraremos una flor, nacida de un bulbo que esconde bajo tierra un poderoso veneno.
Por otro lado, si nos acercamos a algunas de las numerosas calas que forman la costa del monte Jaizkibel, sorprende la variada gama de colores que presentan las areniscas, así como las formas que la erosión ha esculpido en sus rocas.
De las canteras de Jaizkibel se extrajo la mayor parte de la piedra con la que se levantaron las murallas, la iglesia y muchas de las casas del recinto amurallado. Si se mira con detenimiento algunos edificios se puede apreciar los diferentes tipos de piedra arenisca con los que se ha construido, así como el grado de erosión que han sufrido.
Anterior
Siguiente