Antes muertos que sencillos, los catalanes llaman a su macroferia especializada en trajes de novia "BCN Bridal Week". Así, en inglés. Pero tienen poderosas razones para dárselas de cosmopolitas, porque el acontecimiento, con sus rutilantes desfiles y sus 200 firmas internacionales concentradas en más de 20.000 metros cuadrados de exposición, representa la primera referencia planetaria en moda nupcial. No en vano la industria española de este blanco y radiante sector es la segunda del mundo, después de la china, y mueve al año cinco mil millones de euros.La Pasarela Gaudí Novias se inauguró ayer en uno de los pabellones de la feria barcelonesa con gran pompa y boato, como corresponde a una boda de postín; con seiscientos periodistas invitados -cien de ellos, extranjeros- y un programa que, durante tres días, reunirá a los mejores diseñadores del mundo en la materia: desde Valentino a Lagerfeld, pasando por Victorio & Lucchino, Hannibal Laguna, Rosa Clará y Manuel Mota. Ellos casarán, no por la iglesia, pero sí por la pasarela, a algunas de las modelos más actuales. Y también más legendarias, como la incombustible e imprevisible Naomi Campbell.Según lo visto ayer en la pasarela, las novias de la nueva temporada no deben preocuparse demasiado si pierden algo de cintura… La moda que imperará a partir de ahora en vicarías y juzgados está marcada por el corte imperio y su opuesto: el talle bajo; porque los vestidos de novia ceñidos a la cintura van perdiendo actualidad. Se mantiene con fuerza el escote palabra de honor y cada vez se llevan menos los trajes color champán.Todo lo dicho más arriba es aplicable a cualquiera que no sea Antonio Miró; porque él, definitivamente, en materia de tendencias no se casa con nadie. El modista catalán debutó ayer como diseñador de trajes de novia de la mano de la prestigiosa firma nupcial catalana Jesús Peiró y en seguida dejó claro que lo suyo es la "novia anti-princesa". Entre sus diseños, un vestidito minifaldero a lo Twiggy, con el que lo mismo te puedes casar que ir de pic-nic. «Esta es una colección -apunta Miró- para una novia que prefiere la arquitectura o la escultura del vestido antes que su decoración. En definitiva, una novia que huye del barroquismo. Si tuviera que definir mis diseños nupciales con una palabra, diría: sencillez».Novias «limpias», predica Miró, con un mínimo de complementos. Vestidas con trajes de chaqueta, o mejor de chaquetilla torera y pantalón pitillo hasta media pierna; como el que lució la modelo canaria Ariadne Artiles -esposa de Fonsi Nieto- mientras enarbolaba un enorme puro habano. Y todo ello, en tejidos de organdí, satén o punto de algodón, sin olvidar la gasa de seda o el otomán de algodón y lino. Miró, que recibió aplausos, se enfrenta ahora mismo a una creciente polémica por su sorprendente decisión de presentar el próximo desfile de ropa de hombre en la cárcel Modelo de Barcelona, con los reclusos haciendo de maniquíes. Pero ese es otro cantar.Cansado del champánElegante, sobrio y adicto a las líneas puras, Jesús del Pozo abrió ayer la Pasarela Gaudí Novias impartiendo otra lección de buen gusto; con volúmenes que marcan el talle alto y tejidos trabajados y mezclados, entre los que destacaban sedas, mikados y organzas en contraste con texturas rústicas.«Me he cansado del color champán -confesaba Del Pozo, tras diez años en Gaudí-. Esta temporada he optado por colores más luminosos, como el marfil, hueso y blanco roto. En realidad, para mis novias me inspiro en la misma mujer que para la ropa de calle. Detesto a las que ese día se disfrazan tanto que no las reconoce ni el novio».Rosa Clará hizo doblete, al presentar su propia colección por la mañana y, por la tarde, como si de piezas de museo se tratara, los doce trajes -seis por cada diseñador- confeccionados para la nueva temporada por las dos grandes estrellas de su firma: Christian Lacroix y el recién fichado Karl Lagerfeld. Ambas colecciones se presentaron, en forma de exposición, en el jardín botánico de Barcelona.Mientras Lacroix propone una novia lineal, amante de la tradición y las referencias históricas sin caer en lo excesivo, Lagerfeld ha imaginado una novia «mínima y sobria, con una sensibilidad reflejo de la feminidad contemporánea tan sutil como sibarita». El primero ha inventado el vestido-joya, que integra una alhaja en cada diseño, y se ha inspirado en el estilo "Directorio", o lo que se conoce vulgarmente como corte imperio o corte bajo el pecho, inmortalizado por Josefina Bonaparte. Lagerfeld, en cambio, recupera la estética de los vestidos-túnica plisados de las vestales.Clará también se ha dejado seducir por la tendencia dominante del estilo "Directorio", buscando un «romanticismo nuevo, sensual y seductor», con líneas puras que «acarician el cuerpo sin oprimirlo» y telas que van del punto de seda al gazar, guipur o chantillí.El vasco -afincado en Asturias- Josechu Santana ofreció una colección inspirada en los locos años veinte, el charlestón y el tango, con música de cabaret en directo. Y la catalana Maria Luisa Ravell sorprendió al proponer casarse con camisetas de punto bordadas en pedrería.Por la noche, Hannibal Laguna presentó su colección de costura con mucha pedrería, mucho volante, cristal de Swarovski y chantillís bordados en plata… En definitiva, una barroca maleta repleta de efectismo, igual que una traca valenciana.