Existen grandes edificios antiguos cuyos propietarios han decidido explotar con fines turísticos. No es extraño encontrar palacetes de principios de siglo que en la actualidad funcionan como hoteles. Construidos en su día con grandes pretensiones, han sido objeto de cuidadas restauraciones, aunque siguen conservando sus exquisitas formas intactas.Por lo general, estos pequeños palacios cuentan con amplias zonas ajardinadas. Los numerosos salones y zonas comunes suelen decorarse con piezas de anticuario. Los muebles cuesta encontrarlos, si se quieren en muy buen estado, pero el esfuerzo merece la pena.Normalmente se recurre a una decoración distinta para cada habitación, aunque se procura que guarden cierta coherencia, por ejemplo en los complementos. Una de las primeras premisas para que los huéspedes lleguen a sentirse como en casa es conseguir que un espacio tan grande y finalmente resulte acogedor.Dentro de las tendencias más actuales, se apuesta por los colores fuertes y con carácter. Algo arriesgado, pero cuyo resultado si se elige el profesional adecuado puede ser espectacular. El rojo en las paredes destaca con el pan de oro de los marcos de los cuadros y las chimeneas de mármol.Tonos cálidos como los caldera, enormes obras pictóricas, objetos expuestos con tino y la ropa de cama más escogida hacen las delicias de las personas que se alojan en lugares con tanta historia y proyección.