A los 80 años, Dan Winship, médico y profesor, tiene una última y agridulce oportunidad de enseñar algo sobre medicina. Solo que esta vez él es el sujeto a ser estudiado. Winship sufre del mal de Alzheimer y le está dando a un estudiante la posibilidad de estudiar de cerca los efectos desastrosos de una enfermedad que afecta a millones de personas en todo el mundo.
Los dos son parte de un programa de “compadres” (buddy, en inglés) que vincula a futuros médicos con pacientes con problemas de demencia. La Northwestern University ideó este programa, que ha sido adoptado por varias otras instituciones educativas.
Además de ofrecer al estudiante una perspectiva única de un mal con el que tendrán que lidiar a lo largo de sus carreas, el programa le da al paciente la sensación de que está haciendo algo útil y la posibilidad de mantener relaciones sociales antes de perder por completo la lucidez.
Winship y su “compadre”, el estudiante de primer año de medicina Jared Worthington, están entablando una amistad mediante cenas, visitas a museos y charlas sobre la carrera de Winship y los planes de Worthington.
Los programas de este tipo ayudan a eliminar el estigma asociado con el Alzheimer y ofrecen una oportunidad única para que los estudiantes de medicina se informen sobre los males de los ancianos y la demencia, expresó Bech Kallmyer, vicepresidente de la Asociación del Alzheimer que supervisa las relaciones con el exterior.
La Asociación informó el año pasado que estos programas aumentan los conocimientos de los estudiantes mucho más allá de lo que aprendan en las aulas.
Aproximadamente el 75% de los estudiantes que participan en ellos se especializan en campos relacionados con el Alzheimer, de acuerdo con la directora de ese programa Darby Morhardt.
La diagnosis es siempre un golpe duro. Pero el programa ayuda a atenuarlo, según Winship.
“No te acuerdas de nada”, dijo Winship, a quien a veces le cuesta encontrar las palabras. “Pierdes la lucidez”.
El mal “causa estragos”, agregó. Pero el programa le da a Winship la oportunidad de combinar su amor por la medicina con su pasión por la enseñanza.
Winship tuvo una ilustre carrera en la que fue decano de la facultad de medicina de la Universidad Loyola del Chicago, profesor del Rush Medical College y de la Universidad de Illinois, siempre en Chicago, y decano adjunto de la facultad de medicina de la Universidad de Missouri. Se jubiló en el 2010.
A principios del año pasado le hicieron el diagnóstico. Jean Schmidt Winship, de 53 años y su esposa desde hace 10 años, pensó al principio que los olvidos ocasionales y las dificultades para aprender programas nuevos de computadoras eran consecuencias inofensivas de la vejez. Pero los síntomas fueron empeorando gradualmente.
La señora de Winship comenzó a informarse sobre el mal y las opciones por delante y dio con el programa de “compadres” en la internet.
“Todo el mundo en este programa sabe que la gente que padece este mal necesita seguir viviendo y disfrutando de la vida”, manifestó. El Alzheimer “no define a Dan, es tan solo una enfermedad que tiene. Para nosotros fue importantísimo descubrir que todavía tiene mucho por vivir”.
En este programa a los estudiantes de primer año de medicina se les asigna un paciente en base sobre todo a los intereses comunes que puedan tener.
Winship es un hombre abierto, entretenido, con ojos negros brillantes y una barba gris bien cuidada. Fue la primera elección de varios estudiantes, según Morhardt, fundadora y directora del programa. Pero tuvo el pálpito de que se entendería bien con Worthington.
El estudiante es un muchacho de 25 años, oriundo de Ontario, Canadá, tal vez un poco más reservado que su mentor texano, pero que se solidariza con Winship en esta etapa tan dura. Su abuela tiene un Alzheimer avanzado.
Dijo que espera que el ser “compadre” de Winship lo ayude a “lidiar con los pacientes en el futuro y a tratarlos con compasión y comprensión”.
“Es algo que mete miedo, difícil, pero el que tengas Alzheimer no quiere decir que tu vida se haya acabado”, expresó. “Todavía puedes contribuir y hacer una vida relevante”.
Durante una reciente visita al Acuario Shedd de Chicago, estudiante y mentor conversaron animadamente mientras observaban los saltos de delfines en una piscina cubierta y analizaron la anatomía de los coloridos animales.
“Estimo mucho a Jared porque hablamos el mismo idioma. Es un muy buen estudiante, aprende y aprende, y eso es muy importante para mí”, dijo Winship.
El anciano reveló que espera que el programa capacite a una nueva generación de médicos que buscarán tratamientos “que nos permitan acabar con esta odiada enfermedad”.
Para él, pasar un rato con Jared “es lo mejor de todo”.