Para conocer Zamora lo primero hay que visitar son sus murallas. La ciudad tuvo tres fortificaciones, lo que le valió la consideración de "la bien cercada". El primero de los recintos amurallados, que se conserva casi en su integridad, se efectuó en tiempos de Fernando I, en el S. XII, sobre restos de anteriores fortificaciones árabes. A lo largo de esta muralla se encuentran accesos como la Puerta de Olivares, por donde se entraba desde el antiguo puente romano; la Puerta de Doña Urraca, al otro extremo de la ciudad constituía el acceso norte al recinto y el denominado Portillo de la Traición, por donde entró en la ciudad Bellido Dolfos, perseguido por el Cid, después de haber dado muerte al Rey Sancho II.Dentro del caso urbano se pueden contemplar las fachadas de la Casa del Cordón y la Casa de los Momos, antes de descubrir una de las rutas románicas más importantes, en la que destaca la Iglesia de San Ildefonso (siglo XIII), la de La Magdalena (siglo XII) y la de San Cipriano, del siglo XI, considerada la más antigua del románico zamorano. Románico puro, como la catedral construida en el siglo XII con un cierto aire oriental y cuya principal seña de identidad es su cimborrio.Después del arte, toca saborear la vida en la ciudad. La calle peatonal de Santa Clara es la más concurrida a cualquier hora. Está repleta de comercios y de edificios modernistas. También merece la pena disfrutar de un buen vino en alguno de los mesones de la calle de los Herreros. Pero a la hora de sentarnos a la mesa, la recomendación que hacemos desde aquí es el restaurante Valderrey, ya que ofrece una de las mejores relaciones calidad-precio de la ciudad. Sus especialidades son el rabo de toro y el lechazo. (C/ Benavente 7-9. Tel. 980 530 240).Y si hemos de dormir en Zamora, nada mejor que alojarnos en la Hostería Real***, un hotel ubicado en el Palacio de la Inquisición y declarado Monumento Histórico Artístico (Cuesta del Pizarro, 7 – Tel. 980 53.45.45). Destacan su Patio Claustral, (s. XVI), el Baño Judío (s. XV) y la Terraza-Jardín, colindante con la Muralla Medieval. Está situado junto al Puente de Piedra, próximo al centro histórico de la ciudad, y fue remodelado en el año 2000.