¿Qué? Recién leí eso, «Es que hay unas rachas de odio desmedidas». Partiendo de que qué fuerte la expresión odiar, pero más compleja el sentimiento de odio.
Entonces es inadmisible vivir en esta sociedad plagada de rachas de odio. Pero no, es una síntesis que define muy bien los tiempos que vivimos donde los odiadores o haters tiene cabida y vía libre.

Vía libre a los haters y sus rachas de odio
Pero, así como es horrible que esos haters se muestren impunes en una sociedad tan pasmosa y permisiva, pues justamente somos todos los que vivimos y promovemos las rachas de odio.
Mirar y no actuar cuando alguien más está atacando a una mujer, por ejemplo, un hombre gritándole a una anciana y todo mundo sólo observa y nadie tiene la prudencia de actuar o buscar a la autoridad para que intervenga.
Y así es como vivimos en estos países donde cada día se violenta, asesina o cometen feminicidios con completa libertad como si se tratara de qué país, qué ciudad es más violenta.
México y sus 11 feminicidios al día es la cifra más escandalosa dentro del reciente gobierno pero prefieren ignorar, omitir o, mucho peor, invalidar, porque no representa muy bien a la actual, ni pasada administración.
Las rachas de odio son el síntoma más frío y oscuro de nuestra actualidad.
Donde abunda la tecnología, la inteligencia artificial es avasalladora, pero no somos capaces de mostrar un mínimo de empatía ante una mujer que cada día recibe insultos, descalificaciones, agresiones físicas o verbales ya sean en persona o digitales.
Rachas de odio
Y entonces mejor todos nos quedamos callados. La opresión nos tiene cegados a actuar, nadie muestra signos de generosidad o lucidez para detener estas rachas de odio donde solo se ejemplifica y amplifica el odio, racismo, xenofobia, homofobia, misoginia, transfobia y larguísimo —casi interminable—etcétera.
Las rachas de odio son el laúd de una serie de agresiones que nos hemos acostumbrado a vivir, y si fuera poco, una mayoría las aplaude, las celebra:
«Qué la golpeen más».
«Más inultos se merece la perra».
«Eso le pasa por puta».
«Es un maricón».
¿Y cuántas expresiones más? Cientos de miles. Nunca suficientes.
Las rachas de odio conviven con nosotros, son parte del modus vivendi de cada familia, en casi todos los hogares se muestran. Y, ¿qué hacemos? Mejor miramos hacia otro lado. Ignorarlas.
Conversaciones incómodas pero urgentes
No tenemos esas conversaciones incómodas para hablar de lo que tanto lastima a nuestras niñas, niñes, infantes. De lo que tiene completamente abrumadas a las jóvenes que no saben si regresarán a casa después de un día de escuela. O esas adolescentes que no saben si serán violadas por el papá de su mejor amiga.
Estamos bajo la oscuridad, somos el reflejo de una sociedad permisiva, pasiva, impune. Donde la corrupción de todos los niveles de gobierno se culpan unos a otros pero nadie actua.
Y es que, repito, desde el hogar no existe esta sororidad, educación, diálogos y re educación que nos lleven a actuar en contra de estas rachas de odio que hemos normalizado pero no:
No es normal. No eres superior a alguien si te crees un hater o ejerces bullying. Tampoco eres mejor ni más listo si generas, difundes y practicas todos los días estas rachas de odio.
Paremos el hate. Detengamos las rachas de odio, al menos desde nuestro entorno más cercano. Sugiero.
El odio mata
En Colombia se acaba de suscitar un transfeminicidio a Sara Millerey.
Los asesinos y su odio acabaron con la vida de una persona sólo porque en su ignorancia Sara no debía existir.
Las rachas de odio y la transfobia la mataron, no suficiente con eso le cortaron las piernas y brazos.
Milerey pidió ayuda, pero como frecuentemente sucede: la ignoraron.
«A Sara no sólo la mataron, le quebraron los huesos».
Rachas de odio, expresiones tremendamente repulsivas en una sociedad por completo alejada de la empatía, respeto y amor. Donde el odio es el rey, ¿hasta cuándo?
Frustración, dolor y desesperanza. El epítome del resentimiento e indiferencia.
La imagen es de Patata Caricaturas que les puedes seguir aquí en X.
Otras lecturas recomendadas:
- Visibilidad trans y la importancia y urgencia de reeducarnos.
- Bisexualidad llena de estigmas y mala información.
- Sororidad y solidaridad urgente entre todes.
- La inteligencia emocional tan carente en estos días.
- De los cuerpos ajenos no se opina, no se critican ni se enjuician.
- Paremos el hate, el odio mata.
En memoria de Sara Millerey. Para mi amiga Alex con inmenso amor.