Seguramente has escuchado eso de ‘no tomes decisiones enojada o triste’ y ese es un buen consejo con una base sólida, pues debemos ser capaces de actuar con la cabeza fría para evitar arrepentimientos posteriores. Algo que puede ayudarte cuando tengas que tomar una decisión importante es, primero que nada, entender que no solo se trata de ser racional, sino de tomar en cuenta tus sentimientos y emociones pero desde un punto de reflexión y no arrebatado. Algunos psicólogos sugieren tomar decisiones cuando atravieses por estos 4 estados de ánimo:
- Enojo: generalmente estás fuera de ti, por lo tanto, aquello que decidas no siempre será lo más sensato. Esta sensación te lleva a ser hiriente no solo con los demás, sino también contigo misma.
- Soledad: la necesidad de compañía puede desencadenar que termines convenciéndote de que necesitas algo que en realidad no es para ti. Disfrutar de tus momentos a solas es el principio para no dejarte llevar por algún tipo de arranque emocional.
- Tristeza: todos tenemos días malos, así que no permitas que la negatividad se apodere de tu vida y de todo lo que decidas. Si algo no sale como esperas, no quiere decir que todo será igual.
- Cansancio: cuántas veces no te has sentido tan fatigada que decides terminar todo con un: “ay, ya como quede”, “me vale”, “haz lo que quieras”, “estoy harta”. Lo mejor en estos casos es darte un respiro y ya descansada, tomar la mejor decisión para ti.
Ahora que ya conoces estos estados de ánimo, evita actuar bajo sus efectos.