Ese sentimiento único e irremediable e irrepetible de: Sentir que no fui suficiente.
Reflexioné mucho sobre esta sensación. Medité muchos días, incluso semanas. La realidad es que no encontré un motivo para que mi corazón no latiera hacia ese rumbo, esa vivencia que ya había sentido, y quizá este fue el mayor miedo.
La diferencia es que esta vez fueron momentos. Fue pasajero. Y además yo mismo me lo provoqué, me lo permití sin pensar en que nada ni nadie me lo habían puesto en las manos. Simplemente lo sentí.
¿Una emoción falsa? Quizá. Seguramente sí. Y no es exactamente falsa, sino que en esa carrera apresurada, torpe y copiosa por vivir, por sentir, justamente me apresuré en todo. Me puse en vilo.
Mi irresponsabilidad en todos sentidos me trajo de vuelta esta insatisfacción, este desasosiego.
Sentir que No fui suficiente
Pero fueron mis propias razones. Mi propio viaje inexplicable, malhecho, imprudente. Es decir, yo sólo me puse en ese escenario, nadie me llevó a ello. No fui suficiente porque suelo no proteger mis emociones.
Y quizá también me sucede, me sucedió otra vez porque no me tomo un momento para estar sereno y vislumbrar, palpar y sobre todo escuchar las doscientas razones que la gente me dio. Pero no: mis oídos fueron sordos. Mis ojos ciegos.
Sentir que no fui suficiente, pero por torpe, necio, testarudo, inepto y más, mucho más.
A un paso del amor a la amistad.
Incertidumbre
Me agobié muchísimo, me exigí de más y mi corazón lo expuse. Dejó de latir por momentos, sentí que las razones de insuficiencia eran una exposición brutal de mi ego. Y sí. Mis egos ganaron.
No solo no fui suficiente sino que me puse en riesgo. Me nublé de todos mis pensamiento de amor y generosidad que suelen ser virtuosísimos, los alejé, por mi vanidad. Por creer, «Claro, obvio seré yo». Mi autocuidado lo mandé a la basura en un instante.
Y en ese mimo diálogo interno, encontré sólo un responsable, «Obvio soy culpable». Y también obviamente sí.
Estas letras solo se tratan de mi reparación. De las interminables conversaciones con mi psicóloga y psiquiatra. Que por supuesto continuarán, pero que con su guía, cuidados, generosidad y por supuesto asertividad me lograron reconducir.
La matriarca, el amor más puro.
En medio de la tempestad y ese sentir que no fui suficiente
2024 fue un año repleto de tempestades. No sólo una. En sí todo el año fue tempestuoso, sórdido, agobiante y por muchos momentos asfixiante.
En medio de la tempestad volví a tener esa pensamiento constante, ese sentir que no fui suficiente.
Pero, ¿sabes qué? No. Sí lo soy. Si lo fui. La suficiencia y/o insuficiencia solo dependió y depende de mí. Las otras personas no son responsables de mi validación.
Y me repito una y otra vez, ¿en qué pensaba? Y quizá esa es la rabia para conmigo mismo. Mi ego me llevó al punto más vulnerable, no protegí mis emociones. Mis carencias al mil, expuestas al millón.
En medio de la tempestad conocí mi propia responsabilidad afectiva. Loquísimo si lo leo así liso y llano. Pero fue tan efímero que la dificultad se la puse yo.
El amor siempre me regresa a mi sitio. Mi tratamiento aún tiene una ruta muy larga. Aprecio que la terapia exista como una posibilidad de sanación para mí, pero sobre todo que esté mi mente en un derrotero más sosiego, calmado, pacífico.
Recobré mi brillo tras un año en medio de la tempestad.
Gracias, Ál.
El valioso arte del desapego y sus bondades.