Incorporar el primer a tu rutina diaria te ayudará a mantener un maquillaje impecable. Ahora es cuando, dale la bienvenida a esta maravilla de la cosmética.
El primer de maquillaje es un producto que te permite acondicionar la piel para ser maquillada, ayudándote a suavizarla y emparejarando la superficie. Prepara, matifica y suaviza.
Lo ideal es que uses tu prebase en ocasiones especiales, una boda, una cena o una fiesta hasta el amanecer es el pretexto perfecto.
Sin embargo, una prebase también combina con un look natural y sencillo. Se recomienda usarla con pieles en imperfecciones como acné.
La regla básica del primer es “menos es más”. Una gota pequeña (similar a la que usas para las cremas de ojos) es suficiente, ya que si te excedes puede que se acumule debajo de tu base. En capas es mejor.
Una prebase para el rostro y otra para los ojos. Un primer diseñado especialmente para los ojos, evita el exceso de aceite en los párpados.
Hay diferentes tipos de prebase, igual que con el resto del maquillaje, uno creado para tu tipo de piel. El primer libre de aceite se encarga de mejorar la superficie de la piel para que luego puedas aplicar la base.
Ahora bien, tener el mejor primer no te asegura una piel perfecta, la aplicación correcta sí. Lo primero que debes hacer es limpiar e hidratar tu piel. Una vez que tu piel está lista, extiende un pequeña cantidad de prebase alrededor de tu rostro, con ayuda de tus dedos (como si fuera una crema para tu rostro). Luego, espera unos segundos Ya sólo queda que te maquilles como lo haces normalmente.
Puedes elegir un primer corrector o un primer con color (muy parecido a una BB Cream) y matar dos pájaros de un solo tiro.
Si bien es recomendable aplicar la prebase sobre todo el rostro, lo ideal es que te enfoques en las áreas de tu piel que más lo necesitan.