Los viejos consejos de belleza de la abuela son (casi) siempre nuestra salvación. Aunque muchos son imprescindibles, otros definitivamente tenemos que dejar de aplicarlos:
- Pellizcarse las mejillas para obtener un rubor natural. No caigas en el peligro de autolesionarte. Adquiere un buen blush y listo.
- Abusar de las pinzas de depilar. La depilación excesiva eventualmente causa daños que se manifiestan como cicatrices microscópicas en la raíz de los folículos. Las cejas gruesas y tupidas son lo de hoy.
- Cambiar tu cera caliente por azúcar derretida. Uno de los trucos más peligrosos. Las quemaduras pueden ser gravísimas. No, no. Ni se te ocurra.
- Sangre como rubor y labial. Nuestras abuelas de pinchaban un dedo y se aplicaban su propia sangre en labios y mejillas. ¿Qué tal una tinta para labios? la de Benefit puede usarse también en las mejillas.
- Bronceador con Coca Cola y aceite de oliva. El aceite de oliva nutre la piel, sí, pero si lo utilizas mientras tomas el sol puedes freírte, literal. La Coca Cola era para conseguir desde su aplicación la tonalidad oscura del bronceado. No te rías (no es broma).
- Laca para fijar el maquillaje. Los productos que utilices en tu piel y en especial en tu cara deben de ser exclusivos para ella. Existen fijadores de maquillaje.
- Aclarar el cabello con agua oxigenada. Las abuelas solían aclarar su cabello con ayuda de agua oxigenada, envolvían los mechones de cabello en papel aluminio y se tiraban al sol. Pésima idea a menos de que quieras tener el cabello quemado y además con un tremendo tono amarillo.
- Utilizar el talco para bebé como maquillaje. Las abuelas recurrían a este truco para combatir el brillo en el rostro, ¡no, por favor! el talco obstruye los poros y además reseca muchísimo la piel.
No te confundas con el baking, ese (aunque ya no está de moda) se hace exclusivamente con polvos traslúcidos.
Y es que aunque las abuelas son sabias, algunos consejos sencillamente ya pasaron de moda.