Es un proceso fisiológico que nos incita a rascarnos a veces de manera casi inconsciente
Todos conocemos la sensación de picor en la piel y la respuesta ante este estímulo es rascar en donde pica. El picor no se considera como una enfermedad ya que es un proceso que tiene lugar en individuos sanos, pero en algunos casos puede suponer un gran problema si se convierte en un estímulo crónico o sintomático.
¿Qué es el picor?
El término médico prurito o picor fue definido por primera vez en 1660 por el médico alemán Samuel Hafenreffer como una “sensación desagradable que provoca el deseo o reflejo de rascar“. Aunque resulta obvio que el picor se conocía desde mucho antes, al incluirlo en los primeros tratados dermatológicos, se comenzó a estudiar su mecanismo como síntoma de algunas enfermedades.
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Para entender el sentido evolutivo o la función de este mecanismo natural, primero debemos explicar qué ocurre en nuestra piel que desemboca esta sensación. De manera sencilla, el picor, también conocido como prurito, picazón o escozor, es un estímulo o irritación incómoda que provoca el deseo de rascar la zona en donde aparece el estímulo.
Este acto reflejo o inconsciente está conservada entre los mamíferos porque supone una ventaja evolutiva. El objetivo principal del picor en la piel es que, al rascar ese punto, se elimine el estímulo nocivo, ya que en la mayoría de los casos será un agente peligroso como parásitos o sustancias tóxicas.
Esta sensación puede representarse de manera localizada en un punto o generalizada por casi todo el cuerpo. Aunque décadas atrás el picor se consideraba una forma leve de dolor, ahora se sabe que se trata de un estímulo diferente.
Este estímulo puede originarse en el sistema nervioso periférico o central, y esta diferencia también nos puede indicar la causa de su aparición. El estímulo se transmite a través de las neuronas y en algunas ocasiones comparte el mismo sistema de mensajería que los estímulos de dolor, pero el mensaje que manda es diferente.
Este mecanismo puede activarse a través de muchas moléculas diferentes. Sin embargo, existe una molécula a la que de le conoce como la “reguladora del picor” o citoquina pruritogenética: la interleucina 31 (IL-31). Esta molécula es capaz de activar las neuronas sensoriales del picor.
Sin embargo, aunque los pacientes que sufren enfermedades pruriginosas y alérgicas presentan altos niveles de IL-31 en la piel y en la sangre, esta molécula también tiene otras funciones. Entre ellas, IL-31 puede crear un ambiente proinflamatorio, con efectos inmunomoduladores en la remodelación de la piel.
¿Qué causa picor?
Un estudio publicado en el 2012 en la revista The Lancet analizó la prevalencia del picor como síntoma debilitante en relación a otra enfermedad. Este estudio determinó alrededor de un cuatro por ciento de la población global tiene dificultades en su rutina causada por el picor.
Los agentes que puede causarlo son muchos y variados. Podemos encontrar agentes externos sintéticos y factores ambientales como el propio Sol.
Sin embargo, también se puede experimentar picor causado por factores internos como ocurre en varias enfermedades alérgicas, infecciosas, autoinmunes, parasitarias, psicogénicas o sin un origen claro.
De forma general el picor también se puede clasificar si aparece de forma aguda o crónica. El picor agudo es puntual y localizado, como por ejemplo en el caso de una picadura de mosquito. El picor crónico aparece de manera repetida normalmente causado por una enfermedad subyacente, aunque el mecanismo sólo se conoce en parte.
¿Qué se puede hacer cuando pica la piel?
Aunque no se conozcan todas las causas que lo originan, algunas se pueden tratar usando fármacos que ataquen a la molécula IL-31. Estudios realizados con un bloqueador de la IL-31 en pacientes con dermatitis atópica y prurigo nodular han demostrado ser un tratamiento muy eficaz para eliminar este síntoma.
En el caso del picor asociado a rinitis o conjuntivitis alérgicas, los síntomas se pueden controlar con el mismo antihistamínico oral o local. Los corticoesteroides nasales también son muy rápidos y efectivos, aunque pueden desencadenar efectos secundarios.
Sin embargo, en otros casos donde el picor crónico recurrente tiene un origen desconocido, es necesario utilizar otros tipos de alternativas. Un estudio de 2017 demostró que un medicamento alternativo podía aliviar los síntomas en pacientes que no tuvieron mejoría con el tratamiento estándar.
Todavía quedan incógnitas que resolver sobre las causas y mecanismos del picor, pero la búsqueda de nuevos tratamientos y la investigación básica de los procesos moleculares van aportando, poco a poco, las evidencias necesarias.
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Autor: I.S. con información de Muy Interesante