Una calavera vestida con ropas de gala, que bebe pulque, monta a caballo, en fiestas de la alta sociedad o de un barrio cualquiera, retrató en su tiempo la miseria e hipocresía de una sociedad. Ese era el inicio de La Catrina, un personaje burlón que en la actualidad forma parte importante en la tradición del Día de Muertos en México. Su creador fue el grabador, ilustrador y caricaturista mexicano, José Guadalupe Posada (1852-1913), personaje icónico de la cultura popular mexicana.
‘La muerte es democrática, ya que a fin de cuentas, güera, morena, rica o pobre, toda la gente acaba siendo calavera‘, decía al artista mexicano, cuya reproducción de imágenes en el periódico El Jicote lo llevó a salir de su natal Aguascalientes para ir a la Ciudad de México, donde colaboró en medios como La Patria Ilustrada, El Padre Cobos y El Ahuizote, entre otros.
En el siglo XIX y principios del XX, durante los gobiernos de Benito Juárez, Sebastián Lerdo de Tejada y Porfirio Díaz, los dibujos de cráneos y esqueletos acompañados de textos que criticaban de forma burlona la situación del país, así como a las clases privilegiadas, se volvieron populares entre la población y se empezaron a reproducir en periódicos llamados de combate. Entre los grabadores que destacaron en su trabajo de calaveras se encontraban Constantino Escalante, Santiago Hernández, Manuel Manilla y José Guadalupe Posada, quien en sus obras acentuó el carácter festivo y desenfadado del pueblo mexicano.
A través de sus calaveras, Posada retrató la esencia de los pesares y alegrías del pueblo, que vivía grandes diferencias sociales durante el Porfiriato, actualmente estos grabados son relacionados con el Día de Muertos. Calaveras fumando, bebiendo, en fiestas, ricas o pobres, todas retrataban los errores políticos y la sociedad, así nació La Catrina, personaje que fue bautizado originalmente como La Calavera Garbancera.
Su primer nombre surgió cuando Guadalupe Posada realizó un grabado en metal para criticar a quienes eran conocidos precisamente como garbanceros, es decir, personas que teniendo sangre indígena pretendían ser europeos, renegando así de sus raíces y de su cultura. La calavera de Posada no tenía ropa, sólo un sombrero, así, el autor criticó a aquellos que querían aparentar un estilo de vida que no les correspondía.
La obra de este ilustrador influyó en artistas como Diego Rivera, quien le dio a La Catrina el nombre y la forma con que hoy se le conoce, pues fue el primero en pintarla vestida dentro de su mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, arropada como una dama elegante, con un estilo clásico de la aristocracia de fines del siglo XIX y principios del XX, y cuya imagen se perpetuó hasta nuestros días y a través del mundo entero, que celebra el talento de Posada y la belleza de su obra.