Diana Frances Spencer aún no nacía cuando la tragedia ya había tocado a su puerta: su padre, Edward Jones Spencer, deseaba en realidad tener un hijo varón. Así que el primer día del mes de julio del año 1961 Edward tuvo que pensar en un nombre femenino para la mujer que décadas más tarde se convertiría en la princesa más querida de todos los tiempos.
Aunque la sangre real ya perseguía a Diana, pues su padre era el octavo conde de Althorp, ella creció con normalidad los primeros años de su vida en la residencia familiar de Sandringham, recibiendo educación por parte de institutrices.
En 1968 su vida recibió un golpe fuerte, pues sus padres decidieron divorciarse, y ella quedó a cargo de su padre, quien provocaba en ella cierto remordimiento, por no ser desde su nacimiento lo que él siempre esperó.
En 1970 Diana fue internada en Riddlesworth Hall, y en 1973 ingresó al West Heath, otro internado en el condado de Kent. Sus estudios continuaron en Suiza entre 1977 y 1978, para finalmente establecerse en Londres.
Con los años Edward Spencer comenzó a salir con Raine Legge ( condesa de Dartmouth) una mujer atractiva y casada que se ganó el desprecio de Diana y sus hermanas. El conde se casó con ella pero no invitó a sus hijos, ni siquiera les informó. Fue mediante un periódico que se enteraron.
En Londres Diana trabajó para varias empresas hasta que tuvo la suerte, e irónicamente el desfortunio de conocer al hombre que le cambió la vida y puso los reflectores sobre su rostro: el príncipe Carlos.
Para empezar, el príncipe Carlos se sentía atraído hacia la hermana de Diana, Sarah. Ambos salieron una temporada hasta que se dieron cuenta que no eran el uno para el otro, pues al príncipe Carlos nunca le agradó la soltura sexual de Sarah, mientras que a ella le desesperaba la personalidad pasiva de él.
En julio de 1980 Carlos y Diana coincidieron en la casa de un amigo en común. Sostuvieron una plática e incluso el príncipe Carlos intentó besarla con brusquedad, según sus biógrafos. Diana lo rechazó pero días más tarde no pudo resistir la invitación a navegar en el yate real.
Cabe mencionar que en ese entonces el príncipe Carlos estaba enamorado de Camila Parker Bowles, así que su romance con Diana parecía un juego de adolescentes. No fue hasta septiembre de 1980 que Diana se ganó la aprobación real por parte de la familia de Carlos durante una visita a Balmoral, la casa de descanso de los Windsor en Escocia.
El 29 de julio de 1981 Diana recibió una señal de vida que le advertía sobre su futuro tormentoso junto al príncipe Carlos: había vomitado toda la noche y se sentía como “un cordero al matadero”. Estaba a unas horas de convertirse en la princesa de Gales.
Fue así que Diana salió a bordo de una carroza sosteniendo el brazo de su padre. Portaba el vaporoso vestido que después se convirtió en uno de los más famosos de la Historia. Llevaba puesto también un lazo bordado con perlas y un velo de 9 metros de longitud.
3 mil quinientos invitados acudieron a la catedral de St. Paul, aunque la verdadera euforia se vivió en las calles. Dos millones de personas se reunieron para presenciar la unión, mientras que 750 millones de telespectadores celebraban también.
Aunque Diana le confesó al periodista Andrew Morton que estaba tan enamorada de Carlos que apenas podía dejar de mirarlo, lo cierto era que el príncipe no era el apoyo que ella necesitaba. Resulta que ni él ni ningún otro miembro de la familia real tuvieron un gesto de atención por ella ante la presión mediática que ella se encontraba viviendo.
Nadie contaba con que el carisma natural de Diana la impulsaría a resolver cualquier situación que la vida le puso enfrente. Fue por eso que su popularidad creció desmedidamente a nivel mundial.
Fueron muchos los intentos de la prensa por desbalancear el camino de la princesa Diana, sin embargo ella siempre tomó la delantera pues además ya tenía el cariño de la gente de su lado por los miles de viajes altruistas que ella realizó alrededor del mundo. Ayudar a los más necesitados era su única pasión en la vida.
Todos nos enteramos más tarde de los conflictos maritales que la princesa tuvo por culpa del amorío del príncipe Carlos con Camillia, y del amorío de Diana con el multimillonario Dodi Al-Fayed con quien murió en el accidente automovilístico hace veinte años.