Desde qué ropa nos ponemos en las mañanas hasta elegir con quién queremos formar una familia, la vida es una serie de decisiones. Algunas te llevan justo a donde quieres llegar y otras, por buenas que parecen, te acaban alejando de tu meta, y aunque siempre hay manera de retomar el camino, hay quienes prefieren no arriesgarse y los paraliza su dificultad para elegir. Si eres una de estas personas, seguramente te frustra tu poca capacidad de elección y quizá no logras entender por qué te sucede, así que aquí te explicamos cuáles podrían ser las razones:
- Tener muchas opciones siempre complica la toma de decisiones hasta en el más decidido. Incluso si son muchas, al decidir podrías pensar que otra habría sido la mejor, lo cual puede llevarte a temer a perderte de lo no elegido, y aunque es verdad que si eliges una cosa debes desechar la otra opción, debes comprender que si actúas como un niño pequeño que lo quiere todo, a largo plazo tu falta de decisiones te afectará al estar en todas partes y en ninguna a la vez.
- El temor al qué dirán es otra cosa por la que cuesta tanto decidir. Si te inculcaron que el juicio social es más importante que tu felicidad, entonces decidir se convertirá en un infierno al sentir que todo el mundo está atento a lo que hagas para criticarte y señalarte.
- Perder de vista que sólo a través de las decisiones es que puedes cambiar el mundo que has creado. Por más que no te guste, a ti y a otros, el cambio que producen tus decisiones no supone un peligro. Excepto las que atenten contra la vida y sean irreversibles. Las decisiones que has tomado te han traído hasta aquí, otras te pueden llevar a otros lugares. El cambio es posible.Si tus decisiones no pueden cambiar la realidad exterior, siempre podrán cambiar tu realidad interior. Por ejemplo, puede que no te guste el frío, pero si te mudas a una montaña, puedes empezar a decidir que no es tan terrible como creías.