El arquitecto británico Norman Foster, Premio Príncipe de Asturias de las Artes 2009, ha vaticinado que la gestión y el diseño de la vivienda a gran escala y a precios que resulten asequibles para los ciudadanos es uno de los retos a los que se enfrenta la arquitectura del futuro.Para el autor del Banco de Hong-Kong y Shanghai, la línea de metro de Bilbao y la Torre de Collserola de Barcelona, entre otros, las urbes del futuro seguirán el modelo de ciudades compactas europeas. Foster explicó que núcleos con más densidad de población, como Nueva York, consumen menos energía que otros con una arquitectura más dispersa. La clave reside, para él, en la relación entre el consumo energético de los edificios y el de las propias personas.Consideró que se producirá una transición hacia el diseño de edificios que consuman menos energía y recojan más del exterior. La arquitectura deberá, defendió, trabajar con la naturaleza y enfrentarse al reto de un nivel "cero" de emisiones de carbono.Así, citó su reciente proyecto del diseño de la torre de la sede central de la Hearst Corporation en Nueva York, que aprovecha las condiciones favorables del clima para evitar la necesidad de enfriar o calentar el aire.Además del respeto y la armonía con la naturaleza, sus próximos desafíos se centrarán en trabajar de la forma más económica posible, aprovechando los recursos que están disponibles de una forma más inmediata y que abarcan, en función de las necesidades, materiales como el acero, el vidrio, la madera o el hormigón.Para el jurado encargado de fallar el galardón, la obra de Foster conjuga la calidad estética, la reflexión intelectual y el diálogo entre territorio y ciudadanía, a través de un original dominio del espacio, la luz y la materia.