Gijonesa del 59, escritora de éxito, intelectual de notoria travesía y mujer bellísima, Ángeles Caso vino recientemente Gijón para promocionar literatura, pero no libro singular, sino placeres generales. Vino la autora de "Un largo silencio" a persuadir a quienes quisieran dejarse de que leer es un ejercicio más que recomendable, absolutamente saludable.-Hay quien dice que la novela ha muerto.-Sí, hay quien lo dice, pero es un tipo de novela, la decimonónica, la novela naturalista. Y la verdad es que dudo que incluso ese tipo de narrativa haya muerto. Lo cierto es que necesitamos la ficción, porque nos permite vivir otras vidas, meternos en otras pieles, consolarnos y asumir la existencia con otros sentidos.-Ese mensaje debería valer para seducir a futuros lectores.-Pero no es el que llega. Leer debe ser siempre un placer y nunca una obligación y es así como se está planteando en los colegios, donde se olvidan que lo importante es enseñar a disfrutar, a buscar lo que se esconde detrás de lo aparente. Se pide memorizar fechas de nacimiento y de muerte de grandes autores y títulos de grandes libros, en vez de generar un debate. Pues leer es un ejercicio solitario, pero puede ser también social, por cuanto se pueden compartir las experiencias con otros lectores.-Los niños leen más que los mayores, ¿por qué las mayoría de las campañas de lectura insisten en los pequeños?-Porque eso es una realidad hasta que se llega a la adolescencia. Está demostrado que muchos dejan de leer. La competencia es fuerte, los ordenadores, la tele, los videogames… Por eso es tan importante insistir desde la base.-Su padre el recordado jovellanista José Miguel Caso le enseñó a amar los libros ¿cómo lo hizo?-Era profesor de Literatura y eso pesaba. Nos reunía a todos alrededor de cientos de historias. Nos presentó a Ulises, a Platero, a Alonso Quijano, al Lazarillo… y nunca nos obligó a acabar un libro que no nos entusiasmaba. Además nos enseñó a mezclar a Homero con Tintín y disfrutar de todo.-¿Es cierto que lo primero que escribió fue un final para el romance del Conde Arnaldos?-Es que me enloquecía aquella historia de un barco que viene, del marinero que canta "No digo mi canción sino a quien conmigo va", una sentencia preciosa que me ha acompañado toda la vida. Aquello hacía volar mi imaginación y sí traté varias veces de ponerle un final a esa bella historia.-¿Cuántos años tenía?-Fui una escritora precoz, tenía ocho años.-¿Y con tantos años de escritura a la espalda no se cansa de que sigan recordándole los dos que trabajó en televisión?-Lo cierto es que me aburre. Pero que conste que lo entiendo. Hace ya 20 años que dejé la tele, pero sé de su peso y lo asumo como inevitable.-En su boca siempre están los clásicos, Homero, Proust, Kafka, Shakespeare, incluso la BIblia. ¿El presente no da grandes nombres?-Sí, claro que sí. La literatura contemporánea está dando autores apasionantes e interesantísimos, pero es inevitable volver, de cuando en cuando, a los clásicos que han logrado sobrevivir, que emocionan con historias por las que han pasado décadas, incluso siglos. Quién duda, por ejemplo, de que Shakespeare no se ha agotado, que sigue dándonos lecciones sobre literatura, pero también sobre la condición humana.-Han pasado dos años desde "Las olvidadas" ¿en qué trabaja?-En una novela de la que no quiero hablar hasta que la termine, porque me está dando muchísimo la lata.-¿La voz principal será masculina o femenina?-Es una novela coral en la que hay muchos hombres, pero también muchas mujeres.-Es de las pocas escritoras que ha narrado con voz de hombre, algo que han hecho desde siempre los hombres a la inversa. ¿por qué esa diferencia?-Es cierto que los hombres han creado inolvidables personajes de mujeres, pero es que las mujeres, que han escrito siempre, no han visto normalizada su presencia en la literatura hasta el siglo pasado. Eso obligó a un tiempo de mirarnos adentro, de analizar. No habíamos tenido voz propia, quizá por eso ha costado más. Pero no podemos olvidar que una de las obligaciones del escritor es meterse en el pellejo de otros y hacerlo con convicción. Igual que un actor.-Por cierto también ha escrito cine.-Fue una experiencia maravillosa. Escribir es un acto de suma soledad, sin embargo, hacer un guión es un trabajo casi colectivo en el que te ves obligado a escuchar las voces de muchas personas. El director, los actores, todo el mundo quiere opinar. Espero repetir.-¿Y el ensayo?, ¿le espera otro tras la próxima novela?-Probablemente, porque "Las olvidadas" termina en el siglo XVII y siento que me quedaron pendientes el XVIII y el XIX. Seguramente me pondré a trabajar en un segundo tomo.-¿Que le cuesta más?-Novelar, sin duda, pero trabajar en los dos géneros es un juego con dos partes de mi misma, una creativa y otra rigurosa, que me interesa muchísimo, por algo estudié Historia del Arte.-El Día del Libro que se acerca (23 de abril) se solicitará a varios escritores que salven una palabra. ¿La suya?-Árbol. Como palabra no está en vías de extinción, pero como realidad sí. Es terrible lo que estamos haciendo con el planeta.