Relatos para adolescentes que desmienten dos mitos, el de la literatura juvenil y la propia leyenda que nos viene de las lecturas tradicionales. Esa es la propuesta de "Las costuras del guante", el último libro de Blanca Álvarez. La escritora que obtuvo el Premio de la Crítica de Asturias de novela en 2003 por "El puente de los cerezos" o, más recientemente, el Premio Destino de Literatura Infantil, en 2005 por "Witika, hija de los leones", afirma que «escribir para niños es lo más difícil, exige otra lupa».-¿La literatura es un trabajo o una vocación?-Es un trabajo apasionante.-Usted comenzó a ser reconocida en el mundo literario por el Premio Internacional de Poesía Cálamo. ¿Cómo fue la transformación que la llevó al género narrativo juvenil?-Yo escribía poesía con la desvergüenza propia de la juventud. Leía a los grandes poetas y los imitaba. Pero los grandes poetas son los elegidos de los dioses, y ese no es mi caso. De modo que la abandoné, aunque mi maestro, Vázquez Montalbán, decía que todavía quedaba un resto en mi prosa.-Su producción literaria es, aparte de muy premiada, también muy fecunda. ¿Es una escritora disciplinada?-La indisciplina sólo se la pueden permitir los poetas. Yo respeto mucho mi profesión y soy brutalmente disciplinada.-¿Cuál es su opinión acerca del debate entre literatura para adultos y para jóvenes?-Es una larga discusión entre escritores y editores. La única diferencia que observo es que escribir para niños es lo más difícil, exige otra lupa. Cuando se consigue, es prodigioso. Y hay literatura para adultos que sólo es mala literatura juvenil. Por ejemplo, "El código Da Vinci" o "La sombra del viento", de Carlos Ruiz Zafón.-El segundo ejemplo que menciona ha sido muy alabado?-Yo creo que sólo por lectores poco leídos. En otro caso, se le ven los trucos.-Por extender sus juicios a dos celebridades de la literatura juvenil, ¿qué análisis hace de las obras de Jane Kathleen Rowlings -Harry Potter- o de Laura Gallego?-El caso de Jane Kathleen Rowlings me parece un pastiche a la inglesa. "Los reinos de Idhún" (de Laura Gallego) es una obra que está perfectamente escrita, lo que ocurre es que al finalizar la lectura te quedas igual que antes. Yo necesito que me deje algo, una sonrisa ladeada o alguna inquietud. De modo que formalmente está muy bien, pero carece de los requisitos que se le podrían exigir.-¿Cuáles serían sus modelos en este terreno?-Por ejemplo, Huraki Murakami. Pero yo no diría «en este terreno», porque lo pueden leer por igual los jóvenes o los adultos. Como si hablamos de "Moby Dick", otro ejemplo.-Su último libro, "Las costuras del guante", ha sido comparado con "El puente de los cerezos". ¿Comparte esa apreciación?-No, creo que supone una ruptura con todo lo que he escrito antes. La comparación la ha hecho mi editor, Antonio Ventura, pero refiriéndose a sus posibles calidades. Ese puede ser el malentendido. Y de lo que no hay duda, al menos, es de la calidad de las ilustraciones, realizadas por Mercé López.-Las historias que nos cuenta vienen introducidas por «el gato de un sabio y un sapo dueño de su propia charca». ¿Una alusión a las fábulas?-Un guiño a la literatura oriental y a los cuentos orales. El gato y el sabio introducen a los personajes, que transcurren entre el amor, la guerra y el arte.-Hay referencias a los cuentos tradicionales, como la bella y la bestia. ¿Desde qué perspectiva los contempla?-Las bestias tienden a la maldad, contra lo que se nos ha contado. Roban el alma de las gentes bellas y buenas. O está también el flautista de Hamelin, que en su origen relataba la terrible aventura de los niños que quisieron emprender una cruzada para liberar Jerusalén. La mitad, perecieron en un naufragio y la otra mitad acabaron esclavizados por los moriscos. O la bella durmiente, que no ama al príncipe, sino a un fantasma. O el soldadito de plomo, que traslado a Irak?