Virginie Ledoyen, actriz

Virginie Ledoyen (Aubervilliers, Francia, 1976) ya posaba como modelo ¿a los dos años! Lleva actuando desde los once y ha trabajado a las órdenes de los mejores directores franceses. Su papel en "La playa" junto a Leonardo DiCaprio le abrió las puertas de Hollywood, aunque ella, de momento, no quiere traspasarlas: "Si me llama Scorsese, voy. Pero no me gusta la imagen que tienen en Hollywood de las actrices franceses, lejanas y sofisticadas. Te encajan en un cliché. Además no tengo ganas de ir al gimnasio todos los días ni de meterme en la Cienciología, ja, ja".Ledoyen, también modelo de L"Oreal, habla un poco en castellano. Quizá porque su verdadero nombre es Virginie Fernández y sus abuelos maternos son de Bilbao. Tomó el apellido artístico de su otra abuela, que era actriz.-¿Ha tenido una infancia normal posando desde los dos años?-No me he perdido nada. Mi familia es muy normal y siempre se ha preocupado de que estuviese apegada a la realidad. Iba al colegio, recogía la mesa y me hacía la cama.-¿A qué edad se fue de casa?-A los catorce. Ganaba dinero y me pude independizar, pero vivía en la misma calle que mi padre. Sólo que salía del colegio y me iba a mi propia casa.-Su primer beso en la pantalla se lo dio Marcello Mastroianni.-¿Eso marca! Era tan sencillo, natural, simpático Un caballero y un actor genial.-¿Besaba mejor que DiCaprio?-No tienen la misma edad. DiCaprio es un gran actor también, pero se hizo famoso con un par de películas. Sólo necesitó "Titanic". Mastroianni trabajó hasta su muerte y actuó con los mejores directores del mundo. ¿Cuántas películas hizo? ¿Ciento cincuenta? ¿Doscientas? Su carisma era el de los grandes: Steve McQueen, Paul Newman, Al Pacino…-Tiene una niña.-Sí. Desde que nació, mi carrera cambió. Ya únicamente ruedo las películas que quiero. Sólo viajo al extranjero si la película es muy, muy buena. No es que sienta menos curiosidad, pero valoro mucho más el resultado que la aventura de rodarla.-Abandera una asociación en defensa del Tïbet.-Ya no. Dejé de hacerlo porque no tenía tiempo. No me parecía ética dar la cara por una organización si no trabajaba en ella.