La forma de ser de un niño tiene mucho que ver con las personas y el ambiente que lo rodea. Su temperamento puede marcarse desde bebés, y estos son algunos de los aspectos que te ayudarán a identificarlo.
Nivel y cantidad de actividad
Cuando un niño es muy activo lo mejor es darle oportunidad de moverse; necesitan salidas y tareas que impliquen mucho movimiento.
Hay que tratar de entender que este exceso de energía no quiere decir que se porte mal, simplemente su personalidad es así.
Además también ocurre lo contrario, hay niños que son muy tranquilos e introvertidos mientras que sus padres son muy activos.
En cualquier caso siempre es mejor tratar de hablar con nuestros hijos y recordar que, conforme vaya creciendo y madurando, se adaptará mejor y entenderá que no todo el tiempo puede estar corriendo de aquí para allá.
Regularidad
Esto se refiere a las funciones biológicas como el hambre o el sueño. Cuando un niño es muy regular en estas cuestiones es más sencillo para los padres organizar el día a día.
Sin embargo, también resulta un problema al interferir en esta rutina par aun viaje, algún compromiso u otro imprevisto.
Cuando los niños no son regulares es importante inculcarles horarios para cada actividad, así al crecer irán aprendiendo a tener orden en sus actividades, lo que les ayudará mucho cuando entren a la escuela.
Adaptabilidad y reacción a las nuevas experiencias
Algunos niños se adaptan fácilmente a los cambios, pero no hay que olvidar que también necesitan estabilidad.
Es importante mantener rutinas para que los niños aprendan a seguirla, pero también hay que enseñarles que en ocasiones ocurren cambios que es imposible evitar.
Las comidas nuevas es un ejemplo cotidiano que para los pequeños puede generar gran impacto; en esto y otras cuestiones, darles oportunidades fáciles y frecuentes de probar cosas nuevas les ayudará a tolerar mejor los cambios.
Esto aplica también a momentos en que tiene que conocer o relacionarse con personas nuevas, pues no todos los niños socializan con la misma facilidad.
Sea cual sea la situación es fundamental informarles de antemano de los cambios y circunstancias nuevas.
Intensidad en reacciones
Se trata de la intensidad con la que el niño expresa sus emociones; se manifiesta, por ejemplo, en la fuerza de su risa y su llanto.
Hay que conocer a nuestros niños, cuando son más intensos, por ejemplo, debemos aprender a diferenciar cuando se les ha de consolar por que su llanto está justificado o cuando es simple berrinche.
Con los niños más tranquilos el peligro puede estar en que sus necesidades resulten ignoradas. Hay que diferenciar los matices más sutiles con los que expresan sus sentimientos y animarles a ser más firmes y hacerse valer.
Atención y persistencia
Hay niños que rápidamente se aburren de lo que están haciendo y cambian de actividad. Ellos necesitan que les acompañemos en sus juegos, les hablemos sobre ellos y les animemos a persistir.
Pero también están los que pueden permanecer un largo rato atentos y entretenidos en lo mismo. Ellos tienen más autonomía a estar solos.
También suelen ser más testarudos y oposicionistas, por lo que conviene hablarles con anticipación sobre los cambios; podría ser contraproducente si se empeñan en hacer algo que no deberían.
Sensibilidad sensorial
De igual forma, no todos los niños tienen la misma sensibilidad ante las cosas. Hay algunos que reaccionan con fuerza a las variaciones en sus vidas.
En ocasiones podría ser contraproducente, pues les afectan las cuestiones incluso más simples, como los cambios de sabores, olores, luces y temperaturas. Cuando crezcan serán personas muy detallistas y sensibles.
Los niños que son menos sensibles suelen dar menos problemas, pero también será más complicado conocer sus necesidades o incomodidades.
Tipo de humor
Algunos niños son más alegres que otros; los niños alegres causan menos molestias, pero es muy complicado conocer si tienen algún malestar, ya que no lo expresan tan fácilmente.
Los que suelen tener mal humor son más complicados, pero hay que aprender a lidiar con ello y entender que es una característica suya y no culparlos.