Los padres no desean que nada les ocurra a sus hijos y serían capaces de todos con tal de evitarles alguna enfermedad o una decepción.
Esto en ocasiones podría llevarnos a sobreprotejer a los niños, lo cual no les hace tanto bien, pues podría crearles problemas de inseguridad y dependencia.
La psicóloga Salomé Luzuriaga indica que los niños sobrepotegidos se convertirán, muy probablemente, en adultos inseguros. Señala a demás, que es muy sencillo identificar cuando un niño tiene padres sobreprotectores.
” Si están en el parque, los niños quieren jugar, quieren socializar, quieren aprender y explorar. Sin darnos cuenta podemos estar limitando mucho el desarrollo de los niños”, dice.
Estos padres evitan que sus hijos se enfrentes a cosas o situaciones para las que pueden estar preparados, quitándoles autonomía y satisfacción a sus necesidades.
Cuando crecen no cuentan con habilidades para resolver sus problemas solos; siempre esperarán a que alguien más les solucione los problemas, además de que les será muy difícil lidiar con la frustración y el dolor.
Evitar que esto ocurra es muy sencillo, solo hay que permitirles a los niños crecer con más libertad, seguridad y responsabilidad.
La especialista señala que este trabajo recae en los padres, pues deben permitir que sus hijos exploren, aunque esto implique ensuciarse y caerse, pues sólo así aprenderán por sí mismos. No se trata de quitarles atención, sino de confiar en ellos.
Explica también que para ello se necesita brindarles algunas responsabilidades, iniciando con cosas sencillas como tender su cama o limpiar su cuarto. Poco a poco pueden añadir más tareas, como recoger los platos de la mesa, sacar la basura o pasear al perro.
“Aunque no parezca, tener responsabilidades también mejora la autoestima. Los chicos se sienten capaces de hacer las cosas y saben que sus padres confían en ellos para cumplir tareas importantes”, dice la psicóloga.