El novio viste una falda de satén hasta los pies en forma de pareo y un tocado en la cabeza a modo de corona que parece darle un aire celestial. La propuesta de Francis Montesinos se enmarca en la colección presentada en la primera jornada de la Pasarela Cibeles de otoño-invierno 2006/7.En el desfile, que trae siempre espectacularidad a la pasarela madrileña, el modisto valenciano rompe los moldes que separan la tradición masculina y femenina, de manera que abundan los hombres con falda en amplias variantes. La profusión de colorido y vuelos es una constante de este creador que vuelve a inspirarse en el Mediterráneo.Montesinos titula su colección "Mi Mar", en referencia a su constante fuente de inspiración. Cada año estrena un estampado y el de la próxima temporada representa la figura de Tritón. Una amplia gama de colores, de los beiges a los negros mezclados con rojos, figuran en su paleta para faldas con muchos vuelos. El punto tiene siempre una presencia destacada en este modisto, que presenta llamativos abrigos para hombre y mujer rematados en flecos, bufandas de lana y visón para redondear la vistosidad.Hay sport, con pantalones y chaquetas en denim con su logotipo o en lana a cuadros, pero domina la voluptuosidad de sus colores y formas generosas. En esta línea presentó kimonos rematados en volantes y mantones de Manila que están a caballo entre Carmen de Bizet y lo oriental, un estilo que abarca a hombres y a mujeres.No es la primera vez que Montesinos viste al hombre con falda, pero este año ha acentuado la tendencia. Él mismo lució falda al salir a saludar y -jugarretas de los duendes de la pasarela- tropezó con el bajo y cayó al suelo, sujetado por sus modelos.Los hombres de Montesinos visten falda de día -en punto de lana, rematadas con flecos- o de noche -a base de satén de raso en distintos colores vivos (azules, naranjas) a modo de pareo-. Una cantante ambientaba el desfile, que terminó con un derroche de volantes en un llamativo vestido de novia en blanco y toques azules que vistió Eugenia Silva.En contraste con la ampulosidad de Montesinos, la jornada se abrió con la sobriedad del donostiarra Fernando Lemoniez, que retoma trazos de Balenciaga para componer abrigos sueltos con mangas por debajo del codo. Una colección sencilla, elegante, sin muchos riesgos, en grises y azules plomo, con dominio de la pata de gallo y el ojo de perdiz para prendas bien cosidas y con utilización de pantalones anchos, muy masculinos. Las chaquetas, rectas y rematadas con pequeñas tiras fruncidas. Para la noche destacan los juegos de volúmenes y superposiciones en vestidos negros de tafeta y la mousseline de lunares.