La iniciativa #MeToo ha ido cobrando fuerza entre diferentes celebridades, pues cada vez son más las personalidades que se atreven a confesar haber sido víctimas de algún tipo de acoso sexual, acusaciones que van desde simples propuestas hasta algún tipo de contacto físico.
El caso más reciente es el de Yael Stone, una de las protagonistas de ‘Orange is the new black’, quien denunció a Geoffrey Rush, uno de los actores más poderosos de Australia, durante mucho tiempo el presidente de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas y fue nombrado australiano del año en 2012; la actriz ahora teme de las repercusiones que puedan ocurrir.
Como suele ocurrir, Yael teme que su voz no sea escuchada ni creída, además del dolor de revivir la experiencia y que se le culpe por no haber dicho “no”, pues declaró que en ocasiones incluso alentó algo del comportamiento de su mentor por temor a ofenderlo.
Por si esto no fuera poco, la actriz teme también a que las leyes de la difamación en Australia jueguen en su contra.
“Australia es la única democracia occidental sin una protección constitucional explícita para la libertad de expresión (…) La gente dice que Sydney es la capital mundial de la difamación”, explicó el abogado Matt Collins al The New York Times.
De igual forma, Kate Jenkis, comisionada de discriminación sexual del gobierno australiano, indicó que el efecto de la difamación contra mujeres que denuncian acoso sexual ha sido alarmante:
“Las mujeres con las que hablo en todo el país están absolutamente convencidas de que no pueden denunciar porque arriesgan absolutamente todo”.
En otros países la carga legal recae en la persona que afirma haber sido difamada, es quien debe probar que las acusaciones son falsas, pero en Australia ocurre todo lo contrario.
La terrible experiencia de Yael comenzó en 2010, cuando tuvo la oportunidad de protagonizar ‘The diary of a Madman’ a lado de su entonces ídolo Geoffrey Rush, obra que se estrenaría en Sydney y y luego en la Academia de Música de Brooklyn en Nueva York.
La actriz recuerda que todo comenzó con mensajes de texto que Rush le enviaba en la madrugada; ella los respondía y confiesa que al inicio se sentía halagada, pero poco a poco los mensajes se volvieron más sexuales:
“Pero siempre estaban redactados en un marco de lenguaje intelectual muy elevado” recuerda ella, “Me avergüenza la forma en que participé. Tenía 25 años, desde luego ahora no lo haría”.
Asegura que no se trataba solo de mensajes, pues asegura que él incluso le pedía que lo ayudara a desvestirse en los camerinos y que entre las funciones, cuando ella intentaba dormir, Rush se unía a ella sin ser invitado; incluso ha acusado al actor de haber la espiado, con la ayuda de un espejo de afeitar sobre la regadera, mientras ella se bañaba.
Tras estas acusaciones, el actor emitió una declaración en la que dice que son “incorrectas y en algunos casos se han tomado completamente fuera de contexto”.
Yael no es la primera actriz que acusa a Rush de acoso hace aproximadamente un año se conoció la denuncia de Eryn Jean Norvill por “comportamiento inapropiado”, hechos que el actor también negó y arremetió legalmente contra ella y el periódico donde se publicó el artículo.