Una mañana del 2008, Naomi Jacobs despertó en Manchester, Reino Unido, en una cama desconocida para ella, lo que vivió en ese momento lo describe como una pesadilla, pues además de no reconocer nada de lo que la rodeaba, se miró al espejo y la confusión aumentó.
“Me llevó un breve segundo, pero entonces mi boca se abrió en una expresión de horror, mientras agarraba mi cara y gritaba: ‘¡No! Ay, Dios mío, Dios mío, Dios mío, Dios mío… Estoy… ¡estoy vieja!'”.
Su rostro era el de una mujer de 32 años, pero Naomi no lo recordaba, ella aseguraba seguir teniendo 15 años; los últimos 17 años de su vida simplemente se habían borrado.
Para ella aún era 1992, cuando en su país el primer ministro era John Majot, en Sudáfrica Nelson Mandela seguía encarcelado y en Irak dominaba Saddam Hussein; cuando aún no existía el internet ni la telefonía celular.
“Nunca olvidaré el momento en que Gerald, el esposo de mi amiga, le extendió a mi hermana un móvil para hacer una llamada. Mi asombro fue total al mirarla usar la punta de su dedo para tocar la pantalla y buscar en una larga lista de números”.
Pero las sorpresas aun no terminaban, pues Naomi tenía un hijo de 10 años, a quien tampoco recordaba. Su experiencia la relató en un libro, bajo el título ‘Forgotten Girl’, donde cuenta:
“Supe la primera vez que lo vi que sin dudas era mío. Era innegable, se parecía tanto a mí. Debía ser honesta conmigo misma. Lo que me pasaba podía ser permanente. Y yo tenía la responsabilidad de cuidar a un niño”.
Aunque tardó un poco en descubrir lo que le pasaba, era víctima de un trastorno llamado ‘Amnesia disociativa’, causado por el estrés grave.
Acudió con un psiquiatra, quien no le ayudó en nada porque no le creía. Así que, sin saber si su mal podría tener cura, trataba de manejar su confusión, pues su ser adolescente mantenía las ilusiones de cuando tenía 15 años, quería ser periodista o escritora, conocer el mundo y tener una casa grande.
Pero su nueva realidad era muy diferente, pues sin ningún recuerdo debió enfrentarse al desempleo, a ser una madre soltera que recibía subsidios del Estado para vivienda y alimentación.
“Era muy crítica con mi yo adulta, no entendía cómo había terminado así. Era, en parte, devastador y, en parte, confuso. No quería estar en esa situación. No quería estar en esa casa. No quería estar en esa vida”, dijo a la BBC.
Intentó por si misma recuperar sus recuerdos y averiguar qué había desatado la amnesia. Su hermana Simone y su amiga Katie fueron los principales pilares para esto, quienes e recordaron que durante muchos años escribía en diarios, donde podría haber alguna pista.
Lo que descubrió fue devastador.
“Tenía 20 años de diarios y al leerlos llegué a comprender que en el pasado había sufrido abusos, abusos de drogas y enfermedad mental”.
Una de las entradas del diario decía:
“Febrero de 2006: no me acuerdo qué fecha es, creo que 5 o 6, pero a quién le importa… Estoy cansada, harta, drogada y triste. Quiero llorar por todo y nada, pero sobre todo por el hecho de que estoy atascada. Ya me cansé de esta vida. Estoy comiendo como si se fuera a acabar la comida. Para colmo, ¡me diagnosticaron un trastorno bipolar!”
Al leer sus propios diarios encontró que de niña fue abusada sexualmente, hecho que había bloqueado de su memoria de los 6 hasta los 25 años, y esto desencadenó varios problemas durante su vida, como el abuso de drogas, trastornos de alimentación, que tuvo y perdió una casa y un negocio.
“Empecé a entender realmente bien que había una herida profundamente arraigada (…) No creo que haya palabras. Ya he usado palabras como devastador, humillante, horripilante. Simplemente no hay formas de describir una mente adolescente que lee a una adulta escribiendo sobre el abuso cuando era niña”.
Con la ayuda de los diarios poco a poco los recuerdos volvieron a su cabeza, el primero que recuperó fue el de ella con un vestido de maternidad de mezclilla bailando en un club.
Cuando por fin encontró a un psiquiatra que le creyó, éste investigó, consultó a colegas y llegó al diagnóstico de la ‘Amnesia disociativa’, el cual no es fisiológico, si no psicológico.
Naomi siguió buscando la causa del estrés, hasta que por fin la encontró; la joven de 15 años, luego de discutir con su madre que estaba ebria, intentó suicidarse.
Así continúo con su recuperación y tres meses después de haberse despertado con los recuerdos perdidos, amaneció con la memoria recuperada.