En 2013 Lewis se enfrentó con un extraño virus, al principio creyó que era gripe, sin embargo, al poco tiempo notó que su piel estaba manchada y que en su orina había sangre.
Inmediatamente se fue al hospital, donde le diagnosticaron un caso de infección por estreptococo de tipo A, una extraña infección bacteriana en la que los tejidos de una persona empiezan a comerse a sí mismos.
En la mayoría de los casos esta bacteria es inofensiva y el cuerpo logra eliminarla, pero en este caso lo que generó fue una septicemia, es decir, envenenamiento de la sangre, y lo que se conoce como síndrome del choque tóxico.
Así que, enfrentarse con esta enfermedad significó que las extremidades infectadas de Lewis empezaron a envenenar su cuerpo, la única solución era amputar los miembros, además de los labios y la nariz.
Pese a esta terrible situación, Lewis ha logrado integrarse al mundo con sus nuevas capacidades y las prótesis le han permitido moverse con mayor facilidad e independencia. Tras múltiples operaciones los cirujanos lograron reconstruir su rostro.
“Lo que me ocurrió me ha hecho pensar de forma distinta sobre ser padre, ser pareja y ser humano”
Pese a que ha sido difícil, Lewis no se dejó vencer por su enfermedad, y tras el extenso proceso de rehabilitación, y el apoyo incondicional de su familia, regresó a su trabajo de diseñador de interiores.