Amistad y relaciones sentimentales

Muchos adolescentes escriben al consultorio impulsados por el sentimiento de soledad o abandono provocado por el alejamiento de un amigo o amiga que se había echado novio. Algunas chicas protestaban porque sus amigas no apoyaban la relación que tenían con un chico y no se esperaban esa deslealtad por su parte.

En algunas ocasiones comprendían con la razón que su amiga hubiera empezado a salir con un chico, pero expresaban algún tipo de dolor por sentirse menos apoyadas que antes. Cristina, por ejemplo, nos contaba que tenía 19 años y se sentía muy sola. Su mejor amiga, que nunca había tenido novio, había empezado a salir con un chico y le hacía menos caso que antes. Cristina lo entendía, pero no podía evitar sentirse mal. Además, en su casa había problemas y no sabía a quién contárselos.

Comentaba que ella no veía probable echarse novio y estaba convencida de que nadie la quería. Cristina se siente en alguna medida traicionada por su amiga y por eso dice que ella no se va a echar novio, ejemplo que debería haber seguido su amiga para no dejarla sola. Con esta idea expresa también las dificultades que, según intuye, tendrá que superar para acercarse a los chicos sin miedo.

El cuadro es complejo: depende demasiado de su amiga, los problemas familiares agravan su situación, la relación con el otro sexo le asusta y piensa que nadie la va a querer. A veces, cuando el amigo o la amiga íntima comienzan a tener una relación de pareja, aparece un sentimiento de fragilidad. El adolescente teme que el distanciamiento le deje desamparado y percibe el amor de su amigo como una pérdida y, a veces, como una traición.

En algún caso, el resentimiento se resuelve en un intento de quitarle la novia. Se manifiesta entonces el deseo hacia ese tercero, que ha venido a romper la creencia de que el amigo era exclusivamente para él. Esto sucede cuando la relación es muy posesiva y se depende demasiado del otro porque aún no se han resuelto antiguas dependencias infantiles. Construir la identidad en tales situaciones, la chica se identifica con su amiga de forma masiva y comienza a sentirse atraída por su novio.

Una chica de 17 años, a la que llamaremos Teresa, argumentaba que a ella también le había gustado el mismo chico desde el principio, pero que por no hacer daño a su amiga no le dijo nada. Sin embargo, ahora no podía quitárselo de la cabeza. Desde que sale con su amiga le parece que es el hombre de su vida. Esta es una manera de estar con y donde su amiga esté, de ser como ella, de anularla como diferente, porque así niega la separación que siente.

Los amigos son muy importantes en la adolescencia, a veces más que la familia. Ambos sexos necesitan construirse una identidad y un sitio en la vida social. El primer sitio donde se construye esa identidad es en el seno de un grupo de amigos, constituido por sus iguales. Con ellos no será educado, ni controlado, como lo es en su familia, descubriendo una identidad distinta de la del niño que iba al colegio. Se convierte en amigo y hace amigos. Esto es primordial, ya que el adolescente escoge y ha sido escogido. Es decir, puede sentir que el otro desea compartir y vivir experiencias y emociones intensas con él.

Además, el adolescente podrá confiarse a su amigo y, con él, podrá desarrollar centros de interés nuevos y tener un mundo ajeno a las costumbres familiares. Con los amigos se comparten las historias, por eso pueden convertirse en confidentes. El adolescente aprende entonces las ventajas de crecer, pero encaja también las primeras decepciones, relacionadas con valores como la fidelidad, la confianza y el respeto a la diferencia.

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