Hay quienes son expertos en poner excusas, pero no todos tenemos la facilidad de improvisar. Se trata de un perfecto equilibrio entre imaginación y memoria, toda una ecuación de tercer grado.
Es normal, que una persona tenga un imprevisto el día de la cita. Pero no es normal, que después de “n” veces que le has pedido salir, te esté sacando la vuelta.
- Una indigestión repentina. Por supuesto no te va a pedir detalles. Afirma que algo que has comido te ha sentado mal y tienes el estómago revuelto. No podrás salir de casa si constantemente debes ir al baño, así como tampoco resulta agradable visitar a alguien con síntomas como vómito y diarrea.
- No sé a qué hora salga del trabajo. Todos los días sales a la misma hora, pero tiene tan “mala suerte” que justo hoy tienes trabajo acumulado.
- Toca limpieza profunda. Di que tu casa ya es inhabitable por el desorden, que ya hiciste la cita con el fumigador o que va a ir alguien a limpiar todos los muebles y tienes que quedarte.
- Estoy castigada. Si aún vives con tus papás, esta es la vieja confiable. Afirma que no quieres que el castigo dure todavía más tiempo y que deberás hacer caso de lo que tu madre o padre digan.
- Ya tenía un compromiso. Podrías tener planes como cualquier otra persona, pero en este caso es mentira. Di que no te puedes zafar porque habías quedado desde hace tiempo, para que sepan que no tiene caso insistir.
- Una visita familiar inesperada. Son casi infalibles con conocidos, pero no los uses para excusarte con amigos cercanos que conozcan también a tu familia.
- No vi tu mensaje. No contestar es una grosería, pero te saca del apuro.
- Estoy esperando un paquete. Gracias a las compras online y los envíos a domicilio puedes usar esta cuando quieras.
- Mi perro está enfermo. Y ni modo, te tienes que quedar a cuidarlo o llevarlo al veterinario.
- El clima. En días de lluvia, sí funciona.