¿Le cambiaste el nombre a tu pareja? Sí, metiste la pata (y hasta el fondo). Pero la ciencia te ayuda. Respira profundo, es más común de lo que parece. Sigue leyendo, aquí está tu pretexto.
Primero, discúlpate porque ¡no, no hiciste gracia! Los investigadores dan fe de que las personas que tienden a confundir los nombres siguen los mismos patrones y que, además, los nombres incorrectos no son fruto del azar.
La ciencia te respalda. De acuerdo al estudio publicado en Memory & Cognition, tendemos a llamar a ese alguien como a otra persona que pertenece al mismo grupo social. Eso, o porque el nombre es similar al de otra persona. Un juego de palabras (muy peligroso, por cierto).
Tras entrevistar a más de mil 700 personas que habían sido víctimas de este lapsus brutus, en todos los casos se había producido con personas de su entorno.
La próxima vez que el subconsciente haga de las suyas, ya tienes pretexto.