Ah, el divorcio. Uno sabe con quien se casa pero no de quien se divorcia, dicta una frase muy realista. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) reveló que en 2016, que el 10.5% de la población mayor de 15 años es separada, divorciada o viuda. Entre el año 2000 y el 2015 el monto de divorcios aumentó 136.4%, mientras que el de matrimonios se redujo en 21.4 por ciento.
Así que la disolución del matrimonio es cada vez más común. Aunque ambas partes resultan dañadas, en la vida real, las mujeres suelen las más afectadas después de un divorcio, tanto en calidad de vida como de bienestar emocional, señalan especialistas.
Problemas financieros.
Una mujer puede padecer financieramente tras el divorcio, sobre todo si ella es la principal cuidadora de los niños. Sin el sueldo de su marido, ella tendrá menos dinero para cubrir los gastos del hogar. La mujer divorciada promedio tiene menos dinero que la mujer casada promedio.
La factura emocional.
Las mujeres divorciadas reportan niveles de estrés psicológico mayores que las casadas. El estrés de vivir en un matrimonio infeliz simplemente puede ser sustituido por diferentes preocupaciones, tales como luchar por encontrar a la pareja perfecta o el miedo a ser rechazada.
Ventajas, amplia Libertad.
Pese los posibles efectos negativos del divorcio, hay muchos casos en los que el divorcio conduce a la mujer a una vida más feliz y saludable. Si una mujer está saliendo de un matrimonio lleno de conflictos o violencia, ella será más feliz a largo plazo.
Toma el control.
El divorcio puede tener dos efectos, ser el pretexto para vivir cómodamente en la autoconmiseración o una ventana de oportunidades para mejorar. Algunas mujeres señalan que en los primeros años después del divorcio vivieron una etapa de crecimiento personal significativo, con mayor independencia y opciones más personales.