El trabajo, el dinero, la pareja, la familia son factores que detonan los síntomas de estrés. Dolor de cabeza, dolor muscular, ansiedad y, en muchas ocasiones, depresión.
El estrés es una reacción fisiológica del organismo en el que entran en juego diversos mecanismos de defensa para afrontar una situación que se percibe como amenazante o de demanda incrementada.
- Respira profundo. Cuando te encuentres en una situación complicada, conflictiva, llena de tensión, respira profundo. Hazlo hasta que comiences a sentirte tranquila.
- Usa el agua como terapia. Estar cerca del agua tiene un efecto tranquilizador. Ya sea un lago, una cascada, el océano o incluso la lluvia. El agua genera los iones negativos que te ayudan a aliviar el estrés y a mejorar tu humor.
- Ejercítate. Te ayuda a aclarar las ideas, a eliminar las hormonas propias del estrés como el cortisol y a liberar endorfinas, que son las hormonas que te hacen sentir bien.
- Hay cosas que no puedes cambiar. Olvídate de los viejos dichos como: “ya estoy viejo”. Siempre tienes la oportunidad de aprender nuevas cosas. Establécete metas a corto plazo y trabaja para hacerlas realidad.
- Masajea. Calienta en un recipiente 20 gotas de aceite esencial de canela y 2 cucharadas de aceite de almendra. Retira del fuego y da un ligero masaje detrás del cuello, de esta forma liberas energía que te permite estabilizar el estado de ánimo.
- Sonríe. Que no te de miedo soltar una carcajada de vez en cuando después de escuchar un chiste, ver una película cómica o incluso cuando estás solo leyendo cosas graciosas.
- Recompénsate. Si has tenido un día lleno de tensión, regálate pequeños momentos que te proporcionen placer.
- Acaba con los malos hábitos. Mucho alcohol, los cigarros o la cafeína puede incrementar el estrés.
- Organízate. Establece prioridades, preocúpate por las cosas que son necesarias hacer de forma inmediata.
- Duerme. De seis a ocho horas son las recomendadas para dormir cada noche.