Aproximadamente un 1% de la población la padece. Más frecuente en gente joven (tiende a disminuir a partir de los 25 o 30 años), este problema pocas veces está asociado a otros trastornos o enfermedades, aunque se da a menudo en miembros de la misma familia. "En la hiperhidrosis idiopática (cuando no se conoce la causa), el sistema nervioso central, que controla el "termostato personal", estimula las glándulas sudoríparas en situaciones que no requieren esa respuesta", explica la dra. Maider Pretel, dermatóloga de la Clínica Universitaria de Navarra. "En muchos casos, el problema acaba marcando la vida cotidiana. Desde las relaciones personales y sociales (los afectados huyen del contacto o van todo el año con manga larga y prendas oscuras), hasta la laboral".Afortunadamente, hay soluciones. Eso sí, el tratamiento debe ser escalonado.
Los antitranspirantes. Son el primer escalón. Funcionan obturando el orificio de los conductos sudoríparos en la piel. "El que más utilizamos en dermatología es el cloruro de aluminio hexahidratado al 20-25%" ?asegura la dra. Pretel?. Si no es suficiente, podemos recetar preparados farmacéuticos con concentraciones más altas".La solución B, de botox. Las inyecciones de botox, tan utilizadas contra las arrugas faciales, son también eficaces para controlar las hiperhidrosis localizadas en manos y axilas, que no responden a los antitranspirantes y otros tratamientos.Tratamiento a domicilio. Basta con comprar en la farmacia un aparato, dotado de una cubeta que se rellena con agua del grifo y en la que se sumerge la parte afectada. El dispositivo emite pequeñas corrientes eléctricas, apenas perceptibles, que generan una transferencia de iones capaz de obstruir parcialmente las glándulas sudoríparas. "Al principio, se aconseja usarlo de tres a seis veces por semana, en sesiones de 10 a 20 minutos ?señala la dra. Pretel?. Luego, pueden reducirse a una o dos veces e incluso menos".