¿Por qué queremos comer lo que nos hace daño? Nuestro cuerpo depende de lo que comemos y no todos los alimentos nos traen beneficios, pues algunos son perjudiciales para la salud. ¿Qué quiere comer mi cerebro?
Tenemos la idea de que si nos apetece un alimento es porque nos va a sentar bien y no siempre es así. Ocurre que nuestro cerebro puede ser engañado porque es goloso, es glotón, en este aspecto hay que distinguir entre el hambre específica, que ocurre cuando se tiene una deficiencia de algo —por ejemplo si hay una carencia de vitamina C habrá ganas de comer naranjas— de la apetencia “engañosa”.
Para precisar un poco más, tenemos que tener en cuenta que para un buen funcionamiento cerebral hay que combinar ejercicio físico y una nutrición adecuada pues el cerebro, que ocupa sólo el 2 por ciento de la masa corporal pero necesita el 20 por ciento del oxígeno que respiramos, añade. La mayor parte de la energía la toma el cerebro de la glucosa, pero ésta tiene que pasar del intestino a la sangre poco a poco para que no se libere demasiada insulina y si no es así, el cerebro puede sufrir de hipoglucemia.
Sí lo pensamos, dejar de comer manzanas, uvas, sardinas y espinacas no presenta ningún reto para ninguno de nosotros. Por mas que nos gusten dichos alimentos sin problema podemos parar ¿Por qué? Porque no son alimentos adictivos y no crean un vacío ni reacciones compulsivas en el cuerpo sino que genuinamente nutren al cuerpo humano. La comida es una droga, algunos escogen heroína hay quienes escogen la comida y eso puede hasta matarnos.
Ese es el punto, nadie escoge ser adicto al alcohol o al juego como nadie escoge estar “enganchado” con ciertos alimentos. Mientras mas intentes llenar un vacío con las misma sustancia que lo genera más grande y profundo será.