Entre 1918 y 1919 la gripe mató a 40 millones de personas. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), entre noviembre de 2006 y octubre de 2007 medio millón de españoles se vieron afectados por esta enfermedad. Hoy en día, a pesar de ser benigna, afecta cada año a uno de cada cuatro españoles y es una de las causas principales de absentismo laboral. Sus complicaciones asociadas son responsables de hasta 3.000 muertes anuales en nuestro país.¿Qué es? La gripe es una enfermedad causada por el virus influenza, que accede a nuestro organismo por contagio a través de vía aérea, al ser inhalado al hablar, toser o estornudar. Una vez dentro, atraviesa la garganta y llega a los pulmones, donde se multiplica y se propaga al resto del organismo. También puede trasmitirse por el contacto con las manos de personas que tienen el virus y que previamente han tosido, o estornudado o se han sonado la nariz. Aunque la gripe en sí misma es una enfermedad benigna, lo cierto es que, si no se diagnostica a tiempo y se trata adecuadamente, puede causar complicaciones como bronquitis, neumonía, otitis, deshidratación y empeoramiento de enfermedades crónicas, como cardiopatías, asma o diabetes.Sus síntomas. Fiebre por encima de 38º C, dolores musculares, tos, congestión nasal, dolor de cabeza y sensación de malestar general y cansancio. Éstos son los síntomas más habituales, que aparecen a las 48 horas de contraer la infección y a través de los cuales el médico diagnostica si se trata de gripe o, por el contrario, de un simple resfriado. "Normalmente, el paciente llega a la consulta con un cuadro de malestar general, fiebre alta y tos. Actualmente, contamos con algunas técnicas de diagnóstico rápidas, podemos analizar una muestra de orina y en cinco minutos, como si fuera un test de embarazo, sabemos si se trata de gripe, pero lo habitual es hacer el diagnóstico observando los síntomas clínicos", añade el dr. Cots.Tratamiento. Dado el origen vírico de la enfermedad, la gripe no se puede tratar con antibióticos y éstos sólo deben administrarse en el caso de complicaciones y siempre bajo prescripción médica. El tratamiento se centra, por tanto, en aminorar los síntomas, como fiebre, tos, congestión nasal o dolor de cabeza, con fármacos antitérmicos, antitusivos y analgésicos. Sólo en ocasiones puntuales se administran antivíricos que, además de aliviar la sintomatología, acortan la duración de la enfermedad y reducen las posibilidades de contagio. Además, los especialistas recomiendan seguir algunas medidas generales:
– Mantener reposo físico para recuperar energía.
– Ingerir mucho líquido (agua, infusiones y zumos de frutas) para asegurar una correcta hidratación del organismo.
– Evitar la ingesta de alcohol y tabaco.