El lupus es una enfermedad compleja, es autoinmune, es decir, el propio sistema inmunológico ataca las células y tejidos sanos por error. Puede afectar a cualquier órgano y/o sistema: a las articulaciones y a los músculos, puede dañar la piel, riñón, pulmón y casi todos los órganos.
La patología y síntomas de los pacientes que padecen esta enfermedad son heterogéneas, es decir, es difícil encontrar a dos pacientes con los mismos síntomas por esta razón a veces es muy complicado su diagnóstico.
Existen varios síntomas que difieren de una persona a otra pero algunos de los más comunes son: dolor o hinchazón en las articulaciones, dolor muscular, fiebre sin causa conocida, erupciones rojas en la piel, generalmente en la cara y en forma de mariposa, dolor en el pecho al respirar en forma profunda, pérdida de cabello, dedos de las manos o pies pálidos o de color púrpura, sensibilidad al sol, hinchazón en las piernas o alrededor de los ojos, úlceras en la boca, glándulas inflamadas, cansancio extremo.
Los síntomas pueden aparecer y desaparecer, son conocidos como “brotes”. Éstos pueden ser leves o severos y distintos síntomas pueden aparecer de un momento a otro.
Aunque cualquier persona puede padecer lupus, las mujeres estamos en mayor riesgo, sobre todo en nuestra etapa más fértil de entre los 20 y 40 años. Esta enfermedad es más común en mujeres afroamericanas, hispanas y asiáticas.
La causa del lupus sigue siendo desconocida. Hay quienes aseguran que puede ser genética, otros por causas ambientales y hasta por la ingesta de algunos medicamentos.
Al tratarse de una enfermedad que afecta al sistema inmunológico, No existe una cura pero medicamentos y cambios en el estilo de vida pueden ayudar a controlarlo.
Este control consiste en evitar los brotes, tratar los síntomas cuando se produzcan y reducir el daño a los órganos y otros problemas.
Es importante cumplir un papel activo en su tratamiento ya que puede ayudarle a aprender más sobre esta enfermedad.