Según un estudio de Quality Dental Group, una entidad especializada en salud y estética bucodental, siete de cada diez personas que se realizan alguna perforación en la zona oral (labios, lengua y encías) han sufrido alguna complicación posterior a su colocación, por lo que son un riesgo para la salud.
La doctora Gloria Sánchez Saborido explica así los riesgos de esta práctica: “Además de las molestias e incomodidades típicas ocasionadas por la presencia de un objeto extraño en la boca, los piercings orales pueden interferir en los tratamientos ortodóncicos, llegando incluso a causar fracturas, abrasiones o desprendimientos de esmaltes, así como retracciones en las encías”.
Todo ello se puede evitar con un cuidado adecuado de la zona perforada. Por ejemplo, es recomendable utilizar un enjuague bucal antiséptico después de cada comida, cepillar el pendiente suavemente con el cepillo como si fuera otra pieza dental, limpiar todos los días el piercing (preferiblemente antes de dormir) y, obviamente, acudir a un especialista cuando se detecte alguna molestia.