Para algunas personas una relación semanal es suficiente, para otras cinco veces por semana o dos veces al año. E n esto, las cifras generales son peligrosas y pueden llevar a sufrimientos innecesarios, pues depende de la persona y de las circunstancias.Por ejemplo, la primera etapa en la relación de pareja se caracteriza por la frecuente actividad sexual. A medida que la pareja se asienta, se interesa menos por la cantidad y más por la calidad.Tanto el deseo sexual como la respuesta sexual varían: puede haber etapas de gran pasión y otras en las que el interés decae, pero eso forma parte de la vida y de las circunstancias del momento.DISTINTOS RITMOS SEXUALESLas discrepancias son normales en cualquier pareja, uno puede querer hacer el amor más frecuentemente que el otro, una quiere hacer el amor por la mañana y al otro le gusta sobre todo por la noche, etc.Los patrones sexuales en una pareja se fijan en los dos primeros años: los hábitos, quién es más activo, poder decir "no" sin enfados…Es importante desechar los tópicos como: "No debo excitarme antes que ella", "lo importante es llegar los dos al mismo tiempo", etc., porque esas creencias llevan a muchas parejas a la insatisfacción y a la infelicidad sexual, a la búsqueda del orgasmo perdido.Los ritmos sexuales tienen que ver con conocerse, comunicarse, jugar, seducir, no estar con el cronómetro en la mano…; son descubrimientos personales donde no hay recetas.HOY NO ME APETECEEl deseo sexual no es algo que se agita, se dicen las palabras mágicas y funciona. Hay personas que mantienen relaciones sexuales por no defraudar, por miedo a decir "no", etc. Es importante saber que nuestro deseo puede variar en función del momento y de cómo nos encontramos.Comunicarnos implica expresar lo que nos apetece y no nos apetece, lo que sentimos, cuándo necesitamos abrazos y cuándo necesitamos sexo.Discrepar es lo más natural, porque hablamos de impulsos y deseos sexuales. Sólo cuando no tenemos en cuenta nuestros deseos es fácil llegar a la insatisfacción sexual.Responde María Jesús Mañes, psicóloga y sexóloga