Siempre podemos averiguar algo de la influencia que la madre ha tenido en nuestra vida, pero hay una parte que quedará en el inconsciente y que, quizá, no logremos descifrarla nunca. Nosotros ignoramos qué llevamos de ella en los rincones más oscuros de nuestro psiquismo.La madre crea un paraíso donde todo está cubierto, pero es preciso salir de esa ilusión y aprender que tampoco ella se ajusta a nuestras fantasías. La palabra "madre" contiene las sensaciones más primarias de nuestra biografía, las que nos aproximan a nuestro origen.Ya desde ese origen, la niña está marcada por un hecho peculiar: las dos son del mismo sexo. Tal marca comienza a señalar el camino que la niña tendrá que recorrer en su asunción de una identidad como mujer. Perderá a la madre, porque el padre aparecerá en escena para constatar que tiene otros deseos. Esta intervención paterna es primordial, pues ayuda a la pequeña a diferenciarse de su progenitora y a organizar una identidad diferente. Ya sea porque deseamos ser como ella o porque huimos de esa semejanza, la subjetividad de la madre siempre marcará la nuestra.