Los torturadores

Los torturadores

Las imágenes de los abusos cometidos por los soldados americanos en Irak nos obliga a preguntarnos qué se esconde en sus mentes. Todos conservaremos en nuestras retinas imágenes como la de la soldado Lynndie England, que arrastraba a un iraquí de una correa; o la de la soldado Sabrina Harman, que levantaba su dedo pulgar en señal de victoria y sonreía sobre el cadáver de un prisionero previamente torturado. ¿Qué hace que una persona aparentemente normal pueda convertirse en torturadora? ¿Todos somos susceptibles de serlo bajo presiones externas? ¿Hay una estructura psíquica interna que predispone a ello?Sufrimiento y gozoLos torturadores son discapacitados morales, individuos incapaces de ponerse en el lugar del otro, al que no ven como una persona, sino como un pedazo de carne. Su psiquismo no ha podido integrar un sistema moral que les permita discernir entre lo bueno y lo malo; no han adquirido la capacidad de controlar sus impulsos, sobre todo el de dominar. El ansia de dominio del torturador delata que él ha sido tratado como ahora trata a quien cae en sus manos. Al esclavizar el cuerpo de sus víctimas, pone fuera la ignominia que siente dentro de sí y se hace la ilusión de que es todopoderoso. Identificado con un desecho humano, se siente complacido de sí mismo cuando el otro está en sus manos como un juguete con el que puede hacer lo que quiera.Falta de compasiónNo todo el mundo es susceptible de convertirse en torturador. A las condiciones de violencia externa que hemos visto en Irak se tiene que añadir una particular organización interna. No es fácil que alguien se aliene hasta el punto de llegar a cometer la barbarie como la que hemos visto. El torturador no siente compasión porque no ve a su víctima como un ser humano con capacidad para el sufrimiento y el gozo, sino como una cosa. Por eso no tiene límites ni ley moral que le impida cometer los actos más bárbaros inimaginables.El torturador no ha llegado a constituir un psiquismo humano adulto; se ha quedado en una organización infantil, donde aún no se ha aprendido el respeto al otro. Necesita dominar al otro para huir de algo insoportable que no está dispuesto a aceptar en sí mismo. Su discapacidad psíquica proviene de que ha sido incapaz de llegar a tener un pensamiento autónomo que le haga libre y responsable de sus actos. Idealiza a los superiores y denigra a los que cree inferiores.Organización moralLos soldados de la prisión iraquí de Abu Ghraib han aducido que cumplían órdenes de sus superiores, lo que, de ser cierto, significaría que se entregan a la autoridad con la misma sumisión que intentan obtener luego de sus víctimas. La sonrisa de triunfo junto a los cadáveres lo dice todo: los muertos y los torturados son trofeos de caza. Embrutecidos y animalizados tanto por la situación externa como por su propio psiquismo, encuentran placer donde sólo hay dolor.Si pensamos que la soldado Lynndie estaba embarazada cuando arrastraba al prisionero iraquí, y que lo único que se le ocurrió decir en su defensa es que se encontraba en el lugar y en el momento equivocado, nos ayuda a darnos cuenta de que hasta qué punto es incapaz de sentir compasión. No lamenta lo que ha hecho, sino el que la hayan descubierto. El ambiente puede embrutecer a las personas hasta cierto límite, pero sólo se pueden pasar determinadas barreras de crueldad cuando se carece de los diques psíquicos que implican una organización moral que transmiten los padres y la cultura.Las claves del odioODIO INFANTIL.Una cierta incomodidad aparece cuando nos remitimos a la infancia para entender al adulto. ¿Por qué? Quizá porque revisar esa etapa de la vida conduzca a desamparos que no se quieren recordar ni enfrentar. Sin embargo, el hacerlo libera de quedar sometidos a aquello que no se pudo elaborar en su momento, pero que continúa actuando en el presente. Se tortura desde el odio a otro, un odio que nació en la infancia.REPRESIÓN DURANTE DÉCADAS.El odio es una consecuencia posible de la ira y la desesperación que sufre el niño que ha sido despreciado en su infancia. Mientras la ira hacia sus padres se mantenga en el plano inconsciente y sea negada a la conciencia, no se podrá eliminar.LA HUIDA DEL ANIMAL.Esa ira no hará más que desplazarse hacia los otros, hacia sus propios hijos o hacia chivos expiatorios. El animal reacciona ante la agresión con la huida o la lucha, pero el niño no puede huir ni defenderse cuando es acosado por las personas que le son próximas. Así, la reacción natural se reprime durante décadas hasta que se manifiesta ante un objeto más débil.SENTIMIENTO DE CULPA.Entonces las reacciones reprimidas se descargan de nuevo contra alguna minoría que se convierte en el enemigo. Al torturador no le funciona el sentimiento de culpa porque le sobrepasa el de la venganza.

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