Necesitamos rutinas porque nos dan una sensación de seguridad. Si estableces las tuyas, te resultará más fácil organizarte. Piensa qué es importante para ti y los tuyos y, asigna un tiempo para cada cosa, mejor aún si puedes combinar ocio con familia. Por ejemplo, prueba a cenar todos juntos.Conviene estructurar las tareas del hogar como otro trabajo, teniendo en cuenta que a veces hay que "quedarse un poco más". Pero recuerda que las horas extra (en casa y en la oficina) han de ser una excepción, porque restan tiempo al ocio y la familia, y la repetición hace la norma.Si el trabajo y la familia te absorben tanto que el ocio siempre se pospone, hazte con una agenda. Apunta en ella qué días y horas tienes que dedicarle al trabajo, la casa y los hábitos diarios. Sé consciente de cuánto tiempo inviertes en esas actividades y pregúntate si puedes reducirlo (pero sin hacerlo con prisas).Presta atención a las señales que te envía tu cuerpo: cuando vamos por la vida corriendo, empezamos a mostrar señales de mal humor y/o dolencias psicosomáticas, como tensión muscular, dolores… Estos síntomas indican que no soportamos nuestro ritmo diarioEn un folio, haz dos apartados: uno para las tareas ineludibles y otro para las no urgentes. Colócalo en un lugar visible para que toda la familia lo complete. Después, decide quién se encargará de cada cosa y cuándo: "ahora", "durante la semana" o "el fin de semana".Cultiva tus propias aficiones. Tener una actividad, deporte o pasión propia o que compartes con amigos es algo muy saludable, que te ayuda a disfrutar y soltar tensiones casi sin darte cuenta. Y recuerda: todos necesitamos pasar un tiempo a solas.