La tendencia a organizar triángulos amorosos y ser infieles tiene un origen neurótico. No se trata de una señal de libertad, sino todo lo contrario, las personas que mantienen este tipo de relaciones se niegan a asumir la experiencia remota por la que fue separado de su madre al entrar en esa relación dual el padre.Se debe superar ese impacto emocional para poder interiorizar una ética inscrita en la condición erótica, de manera que se aprenda a utilizar la libertad en beneficio propio. En caso contrario, este hecho complicará las futuras relaciones sexuales y amorosas.La persona que engaña a otro no ejerce del todo su libertad, en realidad es esa neurosis que le habita, aunque se engañe a sí mismo y crea que solo engañe a su pareja.Según Freud, es el complejo materno una de las razones que abocan a la infidelidad. Se trata de una disociación inconsciente por la que se quiere a la que no se desea y desea a la que no quiere, y mantiene en su deseo a los dos: a la pareja y al amante.